¡Advertencias!
Contiene escenas de sexo detalladas, violencia gráfica, desorden alimenticio, lenguaje fuerte, entre otros.
El sol apenas iluminaba la cancha cuando Iván se presentó, como si la idea de un partido matutino fuera lo más natural del mundo. No había intentado ser sutil la noche anterior con su mensaje de "admirador secreto", y cuando apareció, ni siquiera necesitaba preguntar. Ambos sabíamos por qué estábamos ahí.
No pasó mucho para que las risas se mezclaran con los sonidos de nuestras raquetas, y aunque intentaba mantenerme enfocado, era difícil ignorar cómo sus comentarios constantes le daban un toque divertido al juego.
—¿Eso es lo mejor que tienes? —me preguntó, lanzando un golpe directo a mi lado derecho.
—Estoy apenas empezando —le respondí, devolviendo la pelota con un efecto que lo obligó a correr.
A nuestro alrededor, otros atletas pasaban en sus respectivas rutinas matutinas. Algunos nos miraban de reojo, y podía notar cierta curiosidad en sus expresiones. No era común ver a los rivales más comentados de las Olimpiadas juntos en un partido tan casual. Los murmullos se hacían notar de vez en cuando, pero no me importaba.—Parece que somos la atracción del día —murmuré, lanzando una pelota rápida a su lado izquierdo.
—¿Y te sorprende? —respondió, alcanzando la bola con una agilidad que casi me hizo tropezar. Me lanzó una mirada llena de desafío, y luego agregó— La gente tiene que aprender cómo se juega en serio.
Ambos reímos, y la intensidad de los intercambios subió un poco más. Los movimientos se volvían más rápidos, y en cada golpe sentía cómo se me aceleraba el pulso, como si estuviéramos en un partido de verdad. Iván, por su parte, se movía con una gran confianza, lanzándome miradas cómplices entre cada punto.
—¿Te das cuenta de que estás sudando más de lo que te gustaría admitir? —me dijo, alzando una ceja.
—Eso es porque estás poniéndome trabajo extra —le respondí, agachándome para recoger una bola.
Aproveché para ajustar mis zapatillas y me enderecé, mirándolo con un destello de desafío—. Aunque, siendo sinceros, pensé que ibas a ser un poco más... difícil de vencer.
Él soltó una carcajada y negó con la cabeza.
—Te sorprenderías. No estoy ni en mi 70% —replicó, y lanzó otra pelota, esta vez con un giro inesperado que apenas alcancé a interceptar.
Seguimos jugando, intercambiando golpes y provocaciones, mientras el ambiente a nuestro alrededor se animaba. En un momento, un grupo de corredores pasó cerca de la cancha, y un joven con un gorro de esos que se usan en invierno levantó el pulgar hacia nosotros, como si reconociera nuestro esfuerzo.
—¿Nunca te cansas de hablar? —le pregunté, después de que devolviera un golpe suave que me dio tiempo de acercarme a la red.
—¿Y si lo hago? No me vas a decir que te molesta —respondió, moviéndose hacia la red también. Ahora estábamos cara a cara, a solo unos pasos de distancia, respirando con dificultad, pero con una sonrisa en los labios.
—No, pero pensé que necesitarías algo de concentración —comenté, lanzándole una mirada rápida y devolviéndome a mi lado de la cancha.
—Ah, ¿ahora me estás dando consejos? —me dijo, mientras se preparaba para sacar de nuevo.
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Besos olímpicos | Rodrivan
RomanceDos tenistas se encuentran en las Olimpiadas de París 2024, compitiendo en el torneo olímpico. Lo que comienza como una feroz rivalidad en la cancha se transforma inesperadamente en una ardiente atracción imposible de ignorar. Al final del día, ¿qué...