9. Relájate

201 34 28
                                    

¡Advertencias!

Contiene escenas de sexo detalladas, violencia gráfica, desorden alimenticio, lenguaje fuerte, entre otros.






































Han pasado dos días desde mi último encuentro con Iván, y el equipo parece más agitado que nunca. El ambiente está cargado de energía, pero yo sigo sintiéndome agotado. Estaba sentado en la cama, observando cómo el sol se ocultaba lentamente tras los edificios de París.

A mi lado, Germán estaba de pie, con una expresión de entusiasmo en su rostro mientras agitaba su celular.

¡Rodri , mirá esto! —exclamó, mostrándome la pantalla con una invitación colorida que decía: "Noche de Celebración: El Espíritu Olímpico en París". La tipografía siendo elegante y llevando consigo colores de la bandera del país.

¿Otra fiesta? —murmuré, frunciendo el ceño.

No es solo una fiesta. Es una oportunidad para que todos los atletas se reúnan, compartan historias y se relajen un poco antes de la competencia —respondió, con la voz llena de entusiasmo.

No lo sé, Germán... Estoy cansado y me siento un poco abrumado. A menos de una semana de los juegos, salir no suena como la mejor idea.

Germán se sentó a mi lado en la cama, su expresión se volvió más seria. —Entiendo que estés exhausto. Pero también necesitas un descanso mental. Todos los que irán están en la misma situación. Puede que te sorprenda lo que una fiesta pueda hacer por tu estado de ánimo.

Miré la invitación una vez más. Había algo tentador en la idea de salir, de dejar de lado las preocupaciones por un momento. —¿Y si no me siento cómodo? No conozco a muchos de ellos.

Eso no es un problema, Rodri —dijo Germán, dándome una palmadita en la espalda—. Estarán varios deportistas que ya conocemos. La mayoría solo tomará un par de copas. No te preocupes tanto. Disfrutá, charla un poco. Te vendría bien.

La última vez que estuve en una fiesta, no sabía ni cómo actuar. Todos se conocían, y yo solo... estaba ahí —respondí, sintiendo un poco de incomodidad al recordarlo.

Germán sonrió con complicidad. —Este no es el mismo tipo de evento. Vas a estar rodeado de todo el equipo argentino. Todos quieren hacer amigos, compartir experiencias. Y si ves a alguien que te incomoda, simplemente te alejas. Es así de simple.

¿Y si termino sintiéndome fuera de lugar?

¡Eso no va a pasar! Vas a ver que, al final, te vas a divertir. Solo pensá en el tiempo que pasaste en el entrenamiento, en lo que te espera en la competencia. Un pequeño descanso no va a hacerte daño. —Germán se inclinó hacia mí, sus ojos brillando con entusiasmo—. Además, tal vez te topes con Iván. Sería bueno que tuvieran un rato a solas.

El solo mencionar a Iván me hizo dudar. La idea de verlo me causaba una mezcla de nervios y emoción. —Está bien, Germán. Vamos a la fiesta. Pero si me siento incómodo, me voy, lo prometo.

¡Eso es! —exclamó, levantándose de la cama como si hubiera ganado un punto en un partido—. Ahora, preparate, porque esta noche va a ser inolvidable.

Con un suspiro resignado pero un atisbo de emoción, me di cuenta de que, tal vez, salir no sería tan malo después de todo.

Tres horas después, estaba frente al espejo, dudando aún de mi decisión de ir. Germán había insistido en que me arreglara, y ahora que me veía en el reflejo, una parte de mí empezaba a sentir el entusiasmo que él me había contagiado.

Besos olímpicos | RodrivanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora