Capitulo 12

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Felipe intentaba mantener la mente ocupada. Solo unas horas más y habría acabado. Daría las llaves de la casa a su hermana, pagaría la factura de la boda y se marcharía de allí como si no se hubiera enamorado de Letizia Ortiz.

Estaba recibiendo a los invitados al entrar en la capilla. Ayudaba a repartir programas a los encargados de sentarlos y abrazaba y besaba a los parientes y amigos. Habían acudido muchas personas a acompañar a Cristina en su gran día, por lo que estaba contento. Se habían mandado un montón de invitaciones por correo electrónico, pero, con las prisas, no sabía quiénes habían
aceptado hasta verlos entrar por la puerta. Se quedó muy sorprendido al ver llegar a los padres de Letizia. Sonreían mientras se le acercaban. Tal vez el tiempo y la distancia hubieran curado las heridas, aunque las de Letizia siguieran abiertas.

–Señor Ortiz –dijo al tiempo que le estrechaba la mano.

–¿Cómo estás, hijo?

–Bien –mintió él–. Me alegro de que hayan venido.

Abrazó a la madre de Letizia y dejó que lo acompañaran a sus asientos. Consultó el reloj. Se acercaba la hora. Esperaba que Iñaki apareciera de un momento a otro, pero todos los tipos barbudos y tatuados que veía eran invitados del novio. Echó una mirada al vestíbulo, donde se hallaba Letizia, e inmediatamente supo que pasaba algo.

Se la veía muy nerviosa, lo cual no era propio de ella, ni siquiera después de lo sucedido la noche anterior. Llevaba un traje de chaqueta de lino gris, tenía puestos los auriculares y apretaba la tableta en su funda de cristal contra el pecho, con expresión ansiosa. Aunque no quería hablar con ella, se abrió paso entre la multitud de invitados que entraban para llegar a su lado.

–¿Qué pasa?

Ella lo tomó del brazo y lo condujo por el pasillo hasta cerca de su despacho, donde no había invitados.

–Aún no han llegado.

–¿Quiénes?

–Tu hermana y su prometido. El vuelo aterrizó hace cuatro horas. Lo he comprobado, pero no sé nada de ellos. La boda comienza dentro de media hora y no hay pareja que se vaya a casar.

Un miedo glacial se apoderó de Felipe. Era algo que lo había inquietado desde el momento en que había insistido en que Cristina tuviera una boda formal. No le sorprendía en absoluto. Ella había cedido a su pretensión con mucha facilidad. Debería haber sabido que haría algo.

–Seguro que están de camino –afirmó tratando de tranquilizarla, aunque él estaba muy asustado–. Esto sucede muy a
menudo, ¿no?

–No, es la primera vez. Ha habido novios que no se han presentado y novias que no lo han hecho, pero nunca los dos a la
vez. Tienes que localizarla ahora mismo. No responde a mis llamadas.

–De acuerdo, voy a llamarla.

Se alejó del despacho y, cuando iba a marcar, el móvil le vibró y sonó en la mano. Al mirarlo, se le cortó el aliento.
Era una foto de su hermana. Iñaki y ella estaban bajo el rótulo de la Capilla del Amor y mostraban los anillos de boda. Iban en vaqueros. Ella llevaba velo y un ramo de claveles en la mano. ¿Sabes qué? Hemos decidido quedarnos en Las Vegas y casarnos. Lo siento por tus planes.

Felipe comenzó a sentir una presión en el pecho. Había doscientas personas en la capilla y el personal estaba preparando la cena. Había flores por valor de diez mil dólares para decorar el
salón de baile. ¡Solo el salón de baile Pero los novios habían decidido casarse en Las Vegas. Lo sentían.

Cuando pudo apartar la vista del teléfono, su mirada se cruzó con la de Letizia, que estaba en el vestíbulo. Ella lo miro consternada y levantó el móvil para enseñarle la misma foto que él acababa de ver.

Una Erótica Fantasía*Adaptación*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora