–Os agradezco vuestro esfuerzo por haber introducido esta
boda en el último momento– dijo Letizia tratando mientras se sentaban a la
mesa de la sala de reuniones para la reunión de los lunes por la
mañana–. Sé que preferiríais estar comenzando a celebrar las
fiestas.–No pasa nada –insistió Bree Harper, la fotógrafa–. Ian y yo no nos iremos a Aspen hasta la semana que viene.
–Así puedo hacer algo mientras Julian vuelve de Hollywood – afirmó Sonsoles–. Vamos a ir en coche a Louisville a pasar las fiestas con su familia. Trabajar una semana más me impedirá preocuparme por el viaje.
–Ya conoces a su familia, Sonsoles. ¿Por qué estás nerviosa?
–Porque esta vez iré como su prometida –contestó ella mientras se miraba, perpleja, el anillo que Julian le había regalado la semana anterior.
Letizia trató de pasar por alto que todas ya tenían pareja. Sonsoles y Bree se habían prometido, y Amelia estaba casada y embarazada. Hubo un tiempo en que todas estaban solteras, pero
ya solo Letizia se iba a casa sola por las noches. Y a ella no le importaba. Preveía que sería así toda la vida. A pesar de que Letizia organizaba bodas, no creía en nada de todo aquello. Se había introducido en aquel negocio con sus
amigas, en primer lugar, porque se lo habían pedido; en segundo, porque era increíblemente lucrativo.–Mañana estarán listas las invitaciones digitales. ¿Tienes la lista de direcciones electrónicas para que las envíe?
Letizia salió de su ensimismamiento y consultó la tableta.–Sí, aquí la tengo.
Normalmente no se mandaban invitaciones digitales en una
boda formal, pero, en un mes, no había tiempo para diseñarlas,
imprimirlas, enviarlas en papel y recibir respuesta.–¿Dijiste que iba a ser una boda de tema invernal? –preguntó Amelia.
–Es lo que me dijo Cristina, aunque no lo tenía muy claro. Tengo cita con ellos esta tarde, así que nos pondremos a concretar después de que los haya visto. Bree, harás las fotos del compromiso el viernes por la mañana, ¿verdad?
–Sí. Quieren que las saque en la tienda de motocicletas que el novio tiene en el centro de la ciudad.
Hacía mucho tiempo que Letizia conocía a Cristina, pero le había sorprendido el hombre al que había elegido como futuro esposo. Iñaki tenía una tienda donde se personalizaban motos. Era
un hipster vestido de franela, de barba poblada y lleno de tatuajes, que parecía más un motero criado por leñadores que un hombre de negocios con éxito. No era, desde luego, el hombre que Letizia
hubiera elegido para su mejor amiga, y estaba convencida de que tampoco era el que hubiera elegido Felipe para su hermana. No obstante, parecía un buen tipo, e incluso Letizia se daba cuenta de que, por debajo de los tatuajes y el cabello, había un vínculo de pareja hormonal entre ambos. No diría que estaban enamorados, porque ella no creía en el amor. Pero existía ese
vínculo biológico. La biología era una poderosa fuerza que impulsaba a perpetuar la especie. En la fiesta de compromiso, no habían dejado de tocarse y acariciarse.–Muy bien. Si eso es todo por ahora –dijo Bree– me voy al laboratorio a acabar de revelar las fotos de la boda del sábado.
Letizia repasó la lista.
–Sí, eso es todo.Bree y Amelia se levantaron y salieron de la sala de reuniones, pero Sonsoles se quedó remoloneando al lado de la
mesa. Observó a Letizia con expresión curiosa.–¿Qué te pasa? Pareces distraída y estás más malhumorada que de costumbre.
–No me pasa nada.
Sonsoles se cruzó de brazos y, con la mirada, transmitió a Letizia que iba a quedarse allí hasta que se lo contara.
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Una Erótica Fantasía*Adaptación*
RomanceUna nueva historia, les encantara la trama y como se va desenvolviendo en cada capítulo