Epílogo

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Un año después, en Nochebuena Letizia cruzó despacio la cocina reformada con el jamón caramelizado. Iba a ponerlo en la mesa del comedor, pero Felipe se interpuso en su camino y le arrebató la bandeja de las manos.

–¿Qué haces? No debes cargar peso.

Letizia suspiró y puso los brazos en jarras. Estar embarazada de siete meses era mucho más complicado de lo que se esperaba, pero ella estaba bien.

–Solo estoy embarazada. Soy perfectamente capaz de hacer muchas cosas.

Felipe dejó la bandeja en la mesa y se volvió hacia ella.
–Ya lo sé. Eres capaz de hacer cosas increíbles, esposa mía –la besó en los labios–. Pero preferiría que te divirtieras con tus amigos en lugar de estar en la cocina.

–De acuerdo –dijo ella–, pero ven conmigo. Ya he sacado toda la comida y estamos listos para comer.

De la mano, entraron en el salón de la que había sido la casa de Cristina y Felipe durante la infancia. Cuando Iñaki y Cristina volvieron de Las Vegas, Felipe, a pesar de todo, seguía queriendo regalarles la casa, pero Cristina la había rechazado. Al igual que con la boda, le
bastaba su sencillo piso. Así que, después de haberse casado, Felipe y letizia se
fueron a vivir allí. Ella estaba encantada de que la vieja casa fuera su hogar. Él vendió su moderna mansión y ella su casa. Era el sitio del que Letizia conservaba los recuerdos más felices de su infancia. El resto de las socias de la empresa charlaban cerca de la chimenea. Bree y Ian, recién casados, estaban acurrucados en el sofá con una copa de vino. Por fin, se habían casado en octubre.

Era extraño que hubieran sido los primeros en prometerse y los últimos en casarse. Sonsoles daba a Julian un petit four de chocolate mientras admiraban desde la ventana la multitud de luces navideñas que Felipe había colocado en el exterior. Se habían casado en primavera, en una pequeña capilla en la Toscana, haciendo así realidad el sueño de Sonsoles de conocer Italia.

–La comida está lista –anunció Letizia.

Amelia fue la primera en levantarse.
–Tenías que haberme dejado que te ayudara. No había necesidad de que te encargaras tú sola de la cena. Sé lo que es cocinar cuando se está embarazada de siete meses.

–Estoy bien. Y siempre cocinas tú. Quería hacerlo yo esta vez. Además, ya tienes a Hope para estar ocupada.

Amelia le señaló a Tyler, su esposo. Estaba frente al árbol de Navidad con su niña de seis meses, que miraba los adornos y las luces.

–No tanto. Tyler apenas ha dejado de tenerla en brazos desde que nació.

–De todos modos, estoy bien. Puede que me falte práctica en lo referente a la Navidad, pero soy capaz de preparar la cena.

–Muy bien, pero nosotras fregaremos los platos.

–Desde luego –intervino Sonsoles–. No vas a levantar ni una cuchara.

–No voy a pelearme con vosotras por eso. Odio fregar los platos.

Pasaron todos al comedor hablando y riendo. Se sentaron alrededor de la mesa. Tyler sentó a Hope en la trona.
A Letizia le costaba creer cuánto había cambiado la vida de las cuatro amigas. Todas habían conocido a hombres estupendos de los que se habían enamorado apasionadamente. Se habían
casado y pronto habría dos bebés jugando en la nueva habitación de los niños de la capilla. Suficiente para que se le saltaran las lágrimas en la mesa.

–Quisiera agradeceros que estéis aquí, con nosotros esta noche, en la cena de Nochebuena. Estas fiestas son para pasarlas en familia y con amigos, y sois muy importantes para Letizia y para
mí – Felipe alzó la copa–. Feliz Navidad.

Las cuatro parejas sentadas a la mesa levantaron las suyas para brindar.

–Feliz Navidad –se desearon todos.












































                                 Fin





































Y está historia ha llegado a su fin, espero la hayan disfrutado mucho...

Una Erótica Fantasía*Adaptación*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora