Capitulo 11

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Felipe evitó ir a la capilla todo el tiempo que pudo. No quería ver a Letizia ni pasar las tardes con ella fingiendo que todo iba bien. Lo peor era que sabía que él solo se lo había buscado. Letizia le había dejado muy claro que no quería casarse y, sin embargo, él se lo había propuesto. Creyó que era una especie de mecanismo de defensa, que ella insistía en que no quería para que la gente no la
compadeciera por no estar casada.

Después de haber escuchado la confesión de Letizia a Sonsoles, se llenó de falsas esperanzas y creyó que ofrecerle su corazón y un compromiso de por vida le demostraría la seriedad de sus intenciones y que no tenía nada que temer. Las cosas no habían salido como esperaba.

¿Qué le pasaba? ¿Por qué lo atraían tanto las mujeres que no deseaban lo mismo que él? Era como si, inconscientemente, se preparara para fracasar. Tal vez fuera él quien tenía verdadero miedo a que le hicieran daño, así que elegía a mujeres con las que nunca podría vivir.

Aparcó la camioneta frente a la capilla, pero no se bajó. El ensayo comenzaría veinte minutos después. No necesitaba
apresurarse a entrar. Miró por la ventanilla los otros coches que estaban aparcados. Divisó el deportivo de Letizia.

No había motocicletas ni el coche de
Cristina. ¿Dónde estaban Iñaki y su hermana? Sacó el móvil y marcó el número de Cristina.

–¿Dígame? –gritó ella. Había mucho ruido de fondo.

– Cristina, ¿dónde estáis?

–Estamos en el aeropuerto de Las Vegas. Nuestro vuelo se ha cancelado por el mal tiempo en Denver. Tenemos que tomar
otro, pero no sale hasta mañana por la mañana.

–¿Hasta mañana por la mañana? Os vais a perder el ensayo y la cena de ensayo.

El mal tiempo no era culpa de Cristina, pero siempre le sucedían cosas parecidas. ¿A quién se le ocurría comprar un vuelo con escala en Denver en invierno?

–Ya lo sé, Felipe–respondió ella con brusquedad–. No vamos a llegar a tiempo para el circo que has montado. Por eso he llamado a Letizia y se lo he contado. Me ha dicho que se harán los ensayos
esta noche y que mañana repasará los detalles con nosotros, antes de la ceremonia. Hacemos lo que podemos. No es el fin del mundo.

Nada era un gran problema para Cristina. Su hermana le dijo que estaba muy tenso y que tenía que relajarse un poco. Y él contraatacó diciéndole que tenía que tomarse en serio algunas cosas, como el día de su boda.

–Anula las reservas para la cena de ensayo –añadió ella–. Solo iban a ir el equipo que organiza la boda y los padres de Iñaki.

Felipe podía hacerlo.
–Muy bien, pero prométeme que estaréis de vuelta mañana.

–No controlo el tiempo, Felipe. Volveremos lo antes posible.

Felipe colgó y sintió que el miedo le contraía el estómago. Comenzaba a pensar que aquel asunto había sido un error. Cristina no deseaba celebrar la boda, pero él la había obligado. Si no lo
hubiese hecho, no habría cometido aquel error con Letizia. Cristina estaría felizmente casada por el juzgado; él no hubiera sabido la verdad sobre el matrimonio de sus padres; y tampoco tendría en el bolsillo un caro anillo de compromiso de diamantes.

Debía devolverlo a la joyería, pero no tenía ánimos para hacerlo. Lo devolvería el lunes siguiente, cuando todo hubiera
acabado. Así daría por concluida aquella aventura tan mal encaminada y, entonces, tal vez pudiera seguir adelante.
Suspirando, abrió la puerta de la camioneta y desmontó. Después de haber hablado con Cristina, debía entrar para ver qué había que hacer para compensar la ausencia de los novios. En el interior de la capilla había mucha actividad. Las puertas del salón de baile estaban abiertas para que los proveedores entraran y salieran con adornos. Vio que Sonsoles y Bree, la fotógrafa, estaban colocando las tarjetas con el nombre de los invitados en las mesas. Un camión descargaba cajas de fruta y lo empleados las metían en la cocina.

Una Erótica Fantasía*Adaptación*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora