¿Por qué?

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—Erizooo... —me quejé, tumbado boca arriba en su cama, estirando las palabras con un tono aburrido. —Estamos en un campamento mágico! No puedo creer que te pongas a leer un libro...

Erizo ni siquiera levantó la vista de su revista científica, sus ojos fijos en las páginas como si nada más importara. —Ya salimos, Oscar. Solo déjame terminar este artículo. ¿Has oído hablar del efecto mariposa? Dice que una acción aparentemente pequeña puede llevar a un cambio significativo y duradero. ¿No te parece interesante? —preguntó con ese tono analítico que siempre usaba cuando algo la fascinaba.

Intenté encontrar algo intrigante en lo que decía, pero mi mente estaba nublada por el aburrimiento. No entendía cómo podía emocionarse tanto por cosas así. Para mí, era simplemente incomprensible.

Finalmente, Erizo me miró de reojo, como si pudiera leer mi frustración. Suspiró y dejó la revista a un lado, resignada. —Está bien, vamos. Tal vez podamos jugar básquet un rato.

Me levanté de un salto, la emoción volviendo a mi cuerpo. —¡Genial! —respondí con entusiasmo, feliz de que hubiera cedido. ¡Era una de esas pequeñas victorias que sabían bien, aunque era malo en el básquet será divertido!

El techo de mi habitación era lo único que podía ofrecerme consuelo en este momento. Fijo, inmóvil, silencioso. Lo miraba con la misma intensidad con la que Erizo solía leer sus revistas, esperando que, de alguna manera, me revelara una respuesta. Pero no había respuestas, solo el eco de mis propios pensamientos, demasiado ruidosos y caóticos para ignorar.

 Pero no había respuestas, solo el eco de mis propios pensamientos, demasiado ruidosos y caóticos para ignorar

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Susie, siempre perceptiva, había entendido que necesitaba espacio. No dijo nada cuando desapareció, probablemente sabía que no tenía nada que decir. Y así, me quedé solo, una vez más, con mi mente revoloteando como las páginas de una revista, recordando esos momentos en el campamento con Erizo.

A veces me preguntaba si las cosas realmente podían cambiar tanto por acciones aparentemente pequeñas, como en ese maldito "efecto mariposa" que tanto le fascinaba a Erizo. Tal vez, cada una de esas decisiones que parecía insignificante en su momento nos había llevado hasta aquí.

Quizás fue ese día, cuando caí al acantilado. Si eso no hubiera pasado, ¿esto estaría ocurriendo ahora?

Nunca lo sabré...

El sonido de una notificación interrumpió mis pensamientos. Mi celular vibró suavemente sobre la mesa. Con curiosidad, lo levanté. Era un mensaje de Erizo.

"¿Estás bien?"

Me quedé mirando la pantalla por unos segundos, el brillo del celular reflejándose en mis ojos mientras procesaba la simple pregunta. Después de unos momentos, escribí:

"Sí."

La respuesta llegó rápidamente:

"¿Mañana quieres salir? Tengo libre."

Madura | Oscar x Erizo(+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora