siete

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Hoy es un día bastante especial

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Hoy es un día bastante especial. Lamine me ha invitado a comer con su familia, algo que me ha contado con mucha ilusión, aunque yo no puedo evitar sentirme algo nerviosa. Desde que somos amigos, hemos compartido muchísimos momentos, pero nunca me había presentado oficialmente a su familia. Sé lo importante que son para él, y también sé que les ha hablado mucho de mí. Ahora toca que nos conozcamos en persona, y no quiero decepcionarles.

Mientras caminamos hacia su casa, Lamine nota mi inquietud y se ríe suavemente, dándome un leve empujón con el hombro.

—No te pongas nerviosa, Deva. Mi madre es un encanto y mi padre... bueno, ellos solo quieren conocerte porque les he hablado mucho de ti. Vas a estar bien.

Intento sonreír, pero el nudo en el estómago sigue ahí. Es curioso, me enfrento a competiciones de gimnasia rítmica con los mejores del mundo, pero una comida familiar me deja hecha un manojo de nervios. La familia de Lamine es muy importante para él, y eso me hace querer causar una buena impresión.

Al llegar a su casa, me sorprende lo acogedora que es, con un pequeño jardín lleno de plantas que parecen cuidadas con cariño. Lamine me abre la puerta, y antes de que pueda decir algo, aparece Sheila, su madre, con una sonrisa que ilumina todo el recibidor.

—¡Deva! Qué alegría conocerte al fin —dice mientras me da dos besos—. Lamine no para de hablar de ti. Pasa, por favor.

Su calidez me tranquiliza un poco, aunque no por completo. Al cruzar la entrada, me encuentro con Mounir, el padre de Lamine, que está junto a su padrastro, un hombre algo más callado pero que también me recibe con una sonrisa amable. Está claro que aunque Sheila y Mounir están separados, aún mantienen una relación cordial, algo que me parece admirable. De fondo, escucho una risita que rápidamente identifico: Keyne, el hermanito pequeño de Lamine, está en el salón jugando con unos juguetes.

—¿Ese es tu hermanito? —pregunto sonriendo, mientras observo cómo Keyne parece completamente concentrado en su juego.

—Sí, el terror de la casa —dice Lamine con orgullo, acercándose a él y levantándolo en brazos.

IGUAL QUE UN ANGEL; Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora