11. No hay motivos para regresar a Mayfair.

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Dos meses se agregaron al calendario, Penelope contaba con una rutina de lunes a viernes y los fines de semana se la pasaba encerrada en su habitación o en la biblioteca escribiendo historias, para poder elaborar un libro, pero nada le convencía.

- Pen. - Dominic le habló, ella alzo la mirada.

- ¿Si?

- Lidya y yo daremos un paseo por el parque, me preguntaba si deseas ir con nosotros creó que te hará bien salir de aquí. - Penelope le sonrió.

- Creo que tienes razón Nic, salir por aire fresco me vendrá bien. - Penelope se puso de pie, cerro su frasco de tinta, acomodó unas cosas en el escritorio y miró a Dominic. - Estoy lista. - El le mostró unos guantes.

- Lidya. - Y la pelirroja le sonrió a ese caballero.

- Gracias. - Dijo la dama y Dominic le ayudo a colocarselos, salieron de la biblioteca y la Montreal menor los esperaba en la puerta.

- ¿Nos vamos? - Pregunto, los tres salieron de la mansión, subieron al carruaje y este se puso en marcha al parque, un jardín lo suficientemente grande para poder caminar, mirar rostros y despejarse de todo.

- ¿Cómo va tu escritura?

- Bien, supongo que bien.

- Es solo un borrador, estoy segura que lo harás bien Pen.

- Yo también estoy segura que lo harás bien Pen, por tinta y hojas no paramos. - Y Lidya se rió divertida.

Los tres caminaban y platicaban amenamente, a Penelope las mejillas se le habian puesto color rojo y no es que estuviera apenada, si no que el sol ya se encontraba encima de ellos.

- Buenos días, - Saludo Joseph, con una dama colgada del brazo.

- Joseph, ¿tu también decidiste salir a dar un paseo?

- Claro, escribir - Joseph hizo un movimiento circular con la mano, para dar a entender que le dolía la muñeca de tanto escribir. - es cansado, decidí salir a dar un paseo, señorita Penelope, - ella saludo con un movimiento de cabeza.- ¿Cómo va su escritura?

- Bien, he avanzado mucho. - Y le sonrió.

- Será interesante escucharla leer su historia.

- Pienso lo mismo señor Joseph. - El asintió.

- Oh, se pusieron de acuerdo para dar un paseo y, ¿no me invitaron?

- Lui, - Saludo Dominic, Lidya miró hacia el estanque. - creí que estarías escribiendo también.

- Hermano, ¿podemos acercarnos al lago?

- Yo te acompañaré - Lui, Lidya abrió los ojos.

- Yo iré con ustedes. - Penelope.

- Vamos todos.

- No, me temo que no, debo regresar a casa a seguir escribiendo. - Joseph, tiró de la dama y se retiró del parque.

- Dime Lidya, ¿cuales son tus aspiraciones? - Lui.

- Yo - Lidya miró a Lui, la ponía nerviosa, ese caballero la ponía a temblar, lo conoce desde que tiene uso de razón.

Lui, Luis Vispert, barón de Berkeley, era lo suficientemente noble para tener muchos amigos y lo suficientemente guapo para tener enamorada a Lidya desde que ella tiene uso de razón, la primera vez que lo conoció fue en la puerta de su casa, cuando su padre compró lo que ahora es la mansión Porter, aquel jovencito de ojos verdes cruzó la calle y les dió la bienvenida.

- Hola, buenos días. - Saludo Lui.

- Buenos dias. - Saludo Dominic el cual le lleva tres años a Lui.

Por los besos... que nunca te di.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora