13. ¿Un cortejo?

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Por alguna extraña razón los días habían sido rápidos y cuando Penelope se dió cuenta, ya caminaba del brazo de cada gemelo por el parque.

- ¿No le parece qué es un día agradable? - Penelope miró el cielo, no había muchas nubes.

- Parece que el señor sol a decidido acompañarnos en este paseo. - y Penelope le sonrió.

- ¿No le gusta el sol? - pregunto el gemelo menor.

- Claro que sí, es agradable hasta cierto punto del día.

- Pienso lo mismo.

- Yo también. - y los gemelos seguían caminando con Penelope por ambos brazos, eran atentos con ella y de vez en cuando trataban de hacer comentarios divertidos. Joseph caminaba del brazo con su madre.

- Ellos están encantados con la señorita Featherington.

- Lo sé, pero no quiero que se hagan ilusiones...

- Es solo una amiga, ¿no? ¿por qué se harían ilusiones?

- ¿Ella te agrada?

- Me agrada, pero lo importante es que te guste a tí, una dama debe ser para toda la vida y estar contigo en las buenas y en las malas.

- Lo sé, pero ella...

- ¡Madre! - Grito el gemelo menor, - ahí está el estanque.

- ¡Claro que ahí está! - dijo Jose, el gemelo mayor - es lo suficientemente grande para que todos los veamos Jaider. - y Penelope dió un par de pasos atrás, lady Mildred se acercó a sus hijos y Joseph a su compañera.

- ¿Todo bien? - pregunto ese caballero.

- Si, sus hermanos son muy amables.

- Fingen, son grandes actores, espero que pronto llegue un espectáculo a la ciudad y los pueda cambiar por un caballo o un animal exótico.

- ¡Te escuchamos Joseph! - y el mencionado y la pelirroja se rieron.

- Ellos solo tratan de caer bien para luego sacar provecho.

- ¡Joseph! ¡No le haga caso señorita Penelope! - Jaider, Joseph le ofreció su brazo a Penelope.

- Se que no es correcto, pero creo ya nos conocemos lo suficiente para poder decir que tenemos una amistad, ¿desea dar un paseo conmigo? - y Penelope acepto, porque nadie se lo iba a impedir, porque los protocolos la tenían harta, porque lady Danbury le dijo que no la defraude y le enseñé al mundo de que está hecha.

- Claro señor Joseph, me encantaría dar un paseo con usted. - y tomados del brazo avanzaron, Nini la chaperona caminaba a unos seis metros de ellos.

- Debo decirle algo.

- Adelante, creo que nadie nos mira. - Joseph le sonrió.

- La tarde de té en mi casa.

- La recuerdo perfectamente, fue hace cinco días.
Bueno, recuerdo haber escuchado que usted - Joseph la miró - me habló de tu.

- ¿Lo hice? - pregunto Penelope sorprendida, el asíntio. - debo ofrecerle una disculpa señor Joseph, quizá en la agradable plática que sostenía con sus hermanos no me fijé de mi atrevimiento. Lo lamento tanto.

- No se preocupe señorita Penelope, a ese punto quería llegar, estoy de acuerdo en que usted me hable de tu, siempre y cuando usted me deje llamarla Penelope o Pen. Claro si usted está de acuerdo.

- Eso quiere decir que mantenemos una amistad ahora. - Joseph asintió.

- Una amistad fuera de la biblioteca donde nos conocimos.

Por los besos... que nunca te di.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora