El secreto de Sarada

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Sarada Uchiha estaba de pie en medio de una misión cuando todo cambió. Había sido enviada con Boruto y Mitsuki a investigar una anomalía de chakra cerca de las ruinas antiguas del País del Fuego. No era nada fuera de lo común... hasta que una brillante explosión de luz la envolvió.

Cuando volvió a abrir los ojos, todo era más grande. Mucho más grande. Intentó moverse, pero sus piernas y brazos se sentían extrañamente torpes. Quiso gritar, pero lo único que salió de su boca fue un balbuceo. ¿Qué... qué está pasando?, pensó Sarada, alarmada. Sus pensamientos seguían intactos, pero su cuerpo era el de un bebé.

Alrededor de ella, el mundo también había cambiado. No estaba en las ruinas ni con Boruto. Estaba en lo que parecía ser una versión muy familiar de Konoha... pero diferente. Las construcciones, las calles, todo parecía mucho más antiguo. En medio de su confusión, alguien la recogió.

—¿Pero qué...? —la voz de un joven sorprendió a Sarada. Al alzar la vista, vio a un chico de cabello negro y ojos oscuros que conocía demasiado bien. Sasuke....

Solo que no era el Sasuke que ella conocía. Era mucho más joven. Este es mi papá cuando era un genin... ¡He viajado en el tiempo!, pensó Sarada, alarmada. Quiso decirle algo, advertirle, pero solo balbuceos incoherentes salieron de su boca. Intentó activarse su Sharingan, pero su cuerpo de bebé no respondía.

—¿De dónde salió este bebé? —preguntó Sasuke, frunciendo el ceño mientras la sostenía con torpeza, claramente incómodo.

—Sasuke-kun, ¿qué haces con un bebé? —dijo una voz femenina detrás de él. Sakura Haruno, también en su versión de genin, se acercaba, claramente confundida por la escena.

Sarada los observó a ambos, luchando con la mezcla de emociones que sentía al ver a sus padres tan jóvenes. Sabía que no podía hacer mucho más que observar, y, para empeorar las cosas, no tenía la capacidad de hablar o explicarles quién era.

—No tengo idea de dónde salió —respondió Sasuke, mirando al bebé con desconfianza, como si no supiera cómo sostenerla correctamente—. Solo apareció aquí.

—¡Déjamela! —Sakura tomó a Sarada en brazos con una sorprendente delicadeza, haciendo que Sarada se sintiera un poco más segura. Esto es tan raro... mi mamá... cuidándome... sin saber que soy yo, pensó, intentando procesar la situación.

Sakura miró a Sarada con una mezcla de ternura y confusión. Sus habilidades de genin aún no eran tan refinadas, pero tenía un instinto natural de proteger. Sarada se sintió segura en sus brazos, aunque estaba frustrada por no poder comunicarse con ellos.

—Es una bebé linda —comentó Sakura, mirando a Sarada con una suave sonrisa. Pero algo en sus ojos reflejaba su curiosidad—. Pero no hay nadie por aquí. ¿Cómo llegó aquí sola?

—No lo sé —respondió Sasuke, aún con el ceño fruncido. Parecía estar más incómodo que nunca, sin saber cómo actuar alrededor de la pequeña Sarada.

Mientras ellos discutían qué hacer con ella, Sarada intentaba concentrarse. Tengo que encontrar una forma de volver a mi tiempo... pero mientras tanto, ¿qué hago?, pensó. Intentó moverse más en los brazos de Sakura, queriendo mostrar que podía pensar, pero sus movimientos eran torpes, propios de un bebé.

Kakashi apareció de repente, sin hacer mucho ruido, como siempre lo hacía. Su mirada era perspicaz, como si ya hubiera estado observando la escena antes de hacer su entrada.

—¿De dónde salió la bebé? —preguntó con su tono despreocupado, pero sus ojos detrás de la máscara mostraban curiosidad.

Sasuke y Sakura intercambiaron miradas. Sakura fue la primera en hablar.

—No lo sabemos, Kakashi-sensei. La encontramos aquí, sola. No hay nadie más alrededor.

Kakashi se agachó para observar más de cerca a Sarada, sus ojos afilados. Oh no... pensó Sarada, consciente de que Kakashi era alguien demasiado astuto para no notar algo raro. Suspiró interiormente al pensar en cuántas veces Kakashi había demostrado ser más listo que todos los demás ninjas, incluso en situaciones como esta.

—Es extraño... —murmuró Kakashi, tocándose la barbilla pensativo—. Hay algo familiar en esta bebé. Su chakra es inusual, y... —sus ojos se entrecerraron—. Es como si ya la conociera de algún lado.

El corazón de Sarada dio un vuelco. No puede descubrirlo. Si lo hace, todo podría cambiar.

Kakashi siguió observando en silencio, pero no dijo nada más, aunque estaba claro que ya tenía sospechas. Decidió dejar el tema por ahora, pero Sarada sabía que no tardaría en conectar las piezas. Debo tener cuidado con Kakashi... pensó Sarada, nerviosa.

Sakura, ajena a la tensión, sonrió al bebé que tenía en brazos. La ternura con la que la cuidaba la conmovió profundamente. Sasuke, por otro lado, intentaba mantenerse distante, aunque sus ojos ocasionalmente volvían a observarla con una mezcla de curiosidad e incomodidad.

—No podemos dejarla aquí sola —dijo finalmente Sakura, mirando a Sasuke—. Alguien tiene que cuidarla hasta que encontremos a sus padres.

Sasuke asintió lentamente, aunque claramente no se sentía cómodo con la idea. Esto no puede durar mucho, pensó Sarada. No quiero cambiar nada en su relación, ni en su historia. Pero hasta que pueda volver, parece que voy a tener que quedarme cerca de ellos....

Así, sin más opción, Sarada se vio atrapada en una extraña aventura, viviendo como un bebé en los brazos de sus padres jóvenes, sin poder hablar, pero observando cómo se desarrollaban sus vidas antes de todo lo que ella conocía. Sabía que era una oportunidad única para entender mejor sus raíces, pero también entendía que cualquier paso en falso podría alterar el futuro.

Tengo que encontrar la forma de volver pensó Sarada, determinada, mientras Kakashi los observaba de cerca, claramente decidido a descubrir la verdad.

Eʟ sᴇᴄʀᴇᴛᴏ ᴅᴇ sᴀʀᴀᴅᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora