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“JUEGOS PROHIBIDOS”

CINCO HARGREEVES:

La mañana era fría y nublada, pero apenas lo noté mientras caminaba hacia la universidad. Llegué temprano, como de costumbre, esperando encontrar algo de tranquilidad antes de tener que enfrentarme a la inevitable tentación del día: Olivia. Desde que cruzamos la línea de lo profesional, desde aquel día en mi oficina... Cada momento con ella se ha convertido en una prueba constante de autocontrol. Intento actuar como si todo fuera normal, pero es imposible. Sé que cualquier paso en falso podría delatarnos.

Al caminar por los pasillos llenos de estudiantes, traté de mantenerme impasible. Nadie parecía darse cuenta del caos en mi mente. Pero yo sí estaba consciente de cada mirada, de cada susurro. Si alguien sospechaba algo, bastaría un descuido para confirmar lo que intentábamos esconder. Era la primera lección en esta peligrosa dinámica: ser discreto, ocultar, fingir. Pero lo cierto es que apenas podía mantener el control.

La vi en la distancia, estaba con Gisele, sonriendo como si todo estuviera bien. Esa capacidad de moverse con calma en medio de la tormenta... a veces envidiaba lo fácil que parecía para ella. Pero cuando sus ojos se encontraron con los míos, esa conexión rápida e intensa fue suficiente para hacerme tambalear. Tuve que apartar la mirada de inmediato, temiendo que alguien lo notara... Cómo si solo con eso, los demás supieran lo que pasó en mi oficina aquella tarde...

Al llegar a mi oficina, dejé caer la mochila en la silla y me apoyé en el escritorio, dejando escapar un largo suspiro. La presión en mi pecho crecía cada día, y aunque me obligaba a mantener las cosas bajo control, había momentos en que me preguntaba cuánto más podría soportarlo.

***

Las tutorías eran, sin lugar a dudas, lo más difícil. Estar tan cerca de Olivia y fingir que todo era estrictamente académico era como jugar con fuego. Aún así, tenía que hacerlo. Ella llegó a la oficina a la hora de siempre, tocando la puerta antes de entrar, como si eso fuera a mantener la distancia entre nosotros. En cuanto la vi, sentí el nudo en mi estómago apretarse un poco más. Intenté concentrarme, repasar los apuntes que tenía frente a mí, pero era inútil. Cada vez que levantaba la vista y la encontraba allí, mirándome con esa mezcla de curiosidad y travesura, sabía que la batalla estaba perdida.

—Hola, señor Hargreeves —dijo, y noté el leve énfasis en mi apellido, como si necesitara recordarme quién debía ser yo para ella en ese momento. Tragué saliva, tratando de ignorar la ironía en su tono.

—Hola, señorita Lifton —respondí, con una calma que no sentía. Me esforcé en mantener mi voz neutra, pero sabía que ella podía leer las grietas en mi fachada. —Vamos a repasar el ensayo que escribiste. Creo que hay algunas áreas que podemos mejorar.

Ella asintió y se sentó frente a mí, cruzando las piernas lentamente, de una manera que sabía que me distraería. Empecé a hablar sobre los puntos que había señalado, pero mi mente estaba demasiado ocupada en recordar la última vez que la había tenido tan cerca. Olivia siempre encontraba la manera de ponerme al borde del abismo, como si disfrutara ver hasta dónde podía empujarme antes de que yo cayera.

—¿Esto está mejor? —preguntó, acercándose para mostrarme la libreta. Sentí su perfume, una mezcla sutil que me envolvía y hacía que mis pensamientos se nublaran. Ella se inclinó un poco más, su brazo rozando el mío. Un contacto insignificante para cualquiera, pero para mí, fue como si una corriente eléctrica atravesara mi piel.

—Sí, está... bien —murmuré, tratando de concentrarme en las palabras, pero mis ojos se desviaron hacia sus labios. Me obligué a volver la mirada al cuaderno. Si alguien entraba en ese momento, vería a un profesor y a su alumna revisando un ensayo. Nada fuera de lo común. Pero si se fijaban lo suficiente, si miraban un segundo más de la cuenta, verían lo que estaba tratando tan desesperadamente de ocultar.

THEACHER'S PET [CINCO HARGREEVES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora