Siento mi garganta desgarrarse y mis propios oídos duelen de escuchar mis gritos, pero solo yo puedo escucharlos, porque no hay nadie cerca, nadie que no sea la persona que esta provocando este dolor en mí, que me mira con tanto deseo mientras siento como mi alma se quiebra en mil fragmentos.
–Eres tan hermosa... No puedo permitir que nadie te tenga, solo yo puedo escucharte gritar, pero se me ocurren otras maneras.
Levanto la cabeza de golpe y el se esta acercando lentamente con una sonrisa espeluznante.
–Por favor... Déjame ir– Mi voz no se siente mía.
–Pídeme otro deseo, te lo concederé mi linda, todo menos eso– Me asegura mientras veo como desabrocha su cinturón– ¿Cómo se llama este lugar?
Mis labios están sellados.
–Cuando te doy una orden ¡Obedeces! –Me toma fuertemente de la mandíbula, sus ojos inyectados en ira– ¡¿Cómo se llama este lugar?!
– ¡Halley, despierta!
Me levanto rápidamente y busco desesperada a alguien que reconozca, mi madre me sostiene con fuerza la cara.
– Estoy aquí, todo esta bien, estás a salvo, solo fue un mal sueño mi pequeña mariposa –Me tranquiliza y lágrimas corren por mi rostro sin detenerse.
–Fue horrible mamá, fue...
Mi madre me silencia y mientras me abraza con más fuerza.
–No sucedió, estas aquí con mamá.
Mi respiración se empieza a regular, solo fue una pesadilla, una más, estoy bien.
–A desayunar.
–No quiero desayunar mami–Le suplico y me mira amenazante.
–Lo harás, no pasaremos esto de nuevo, levántate–La obedezco a regañadientes. Camino hacia el baño a lavarme los dientes para luego ir a desayunar.
Al terminar mi desayuno decido subir a la azotea, necesito tomar aire fresco. Al llegar, me voy al borde y dejo que los rayos del sol transmitan el calor que necesita mi cuerpo. Respiro profundamente mientras encierro en un baúl mental todo lo que no puedo asimilar.
Es una rutina agotadora, y puede que no sea exactamente sana, pero me ha mantenido cuerda todos estos años.
Un mensaje me saca de mis pensamientos, el nombre de Ryan brilla en la pantalla, me esta llamando, entro en un debate interno, han pasados dos días desde nuestra discusión, él me ha escrito pero no he podido responder, siento que no debería, que puedo arruinarlo más, prefiero estar sola, en estos muros estoy a salvo.
Otra llamada empieza a sonar y esta vez decido contestar. El silencio en la línea se siente incomodo.
–Hola...-Dice el cauteloso.
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Encuentrame en las Estrellas.
Roman pour Adolescents¿Crees en las casualidades? Porque yo no. Frecuentábamos el mismo lugar, estábamos con las mismas personas, compartíamos los mismos horarios cada día desde nuestra infancia, ¿Cómo no pude notarlo durante 8 años? Conocernos no fue una casualidad, e...