οκτώ

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—Bueno ya lo hice—, la voz de Alex sonaba cortante, áspera, y se volvía más fría a medida que se comenzaba a enfadar—. No, no es un berrinche—, gruñó rodando los ojos—. ¡Dios, mamá son cosas que pasan! Cosas que yo tengo que decidir, ustedes no van a vivir con ella... ¡No! Nunca se habló de matrimonio...—. escupió levantando el volumen, claramente alterado—. Con ella tal vez, ¡pero conmigo no!... Bueno, pues no se nota, ya está muy feliz con otro tipo—, su voz se apasiguó en la última oración y sus palabras se arrastraron desde sus apretados dientes, inyectadas en una pequeña dosis de celos—. ¿Sabes qué? ¡Cuando se calmen y entren en razón hablamos!—. Alex colgó el teléfono sintiendo cómo el desastre que había dentro de su pecho se disipaba, dejándolo con un deprimente vacío que hacía eco en su ya quieta mente. El castaño, no con furia, sino con recelo, aventó el celular a la cama, para luego desplomarse él en ésta.

Al otro lado del ya silencioso apartamento, y escuchando por las débiles paredes que se sentían de papel, yacía Jack, con el labio inferior entre sus dientes y sus grandes y obscuros ojos clavados en la puerta de la alcoba de su ya compañero de piso. El morocho, jugueteando con sus manos como intentando liberar ansiedad, estaba decidiendo entre si ir a consolar a su anfitrión o mantenerse a raya. Decisión que no tuvo que tomar, pues al cabo de unos cinco minutos la perilla se giró develando a un chico con los ojos cristalizados y ligeramente enrojecidos al igual que su piel.

—Lamento que hayas escuchado eso—, murmuró como si le costara pronunciar las palabras.

Jack lo miró con la punta de sus cejas levantadas y los labios chuecos—, ¿Estás bien?

Alex levantó la vista y observó al chico frente a él por unos instantes, preguntándose si debía descargar sus emociones. La presencia del moreno se sentía lo suficientemente familiar como para hablarle con naturalidad, y lo bastante ajena como para poder explayarse sin pena. El castaño pasó su lengua por el interior de sus dientes, y, sintiendo como que no había nada que perder, pegó un pesado suspiro antes de empezar—. ¿Recuerdas cuando te dije que había hecho algo que me metería en problemas con mis padres?

El libanés asintió atento, con una expresión que pedía que siguiera.

—Ya se enteraron—, soltó rascándose la nuca.

—¿Quieres hablar de eso? ya no es tan temprano—, dijo haciendo que ambos soltaran risitas irónicas.

Alex caminó hacia el sofá y se sentó al lado de Jack, moviendo sus ojos suavemente por la sala hasta encontrar un punto en el que los pudiera dejar descansando mientras procesaba todo en su mente—. Mi papá tiene una gran relación con su jefe, es como su mano derecha—, comenzó a hablar yendo en una dirección muy diferente de la que Jack pensaba—, y él, el señor Ruocco, tiene una hija, Lisa—. Un sabor amargo inundó la boca de Alex al decir el nombre—. Desde que éramos niños, nuestros papás hacían bromas de que seríamos lo que finalmente uniría a las familias, que ya no tendría por qué buscar novia... cosas así—. El castaño arrugó la nariz y entrecerró los ojos dándose cuenta de que eran comentarios bastante cuestionables—.Como sea, fue inevitable que comenzáramos a salir en la preparatoria... ya sabes, por la presión y las expectativas—. Se dejó caer en el respaldo del mueble con la cabeza hacia el techo—. Y las cosas eran... y son complicadas.

Ya no quieres salir con ella—, dedujo Jack enderezándose para prestarle más atención.

—No... ¿no sé?—, lloriqueó—, o sea, ya no estamos juntos, la terminé.

—Mhm—, el moreno asintió sin entender—. Si la terminaste fue por algo, ¿no crees?

Alex dejó salir un gruñido molesto. Odiaba que todos llegasen a la conclusión más simple, la más obvia, dejándolo como un pobre idiota que no podía aceptar ni siquiera sus decisiones, y hasta cierto punto, lo entendía. Los demás no podían saber todos esos pensamientos abstractos y no verbalizados que contradecían toda la lógica de la situación, factores externos que cambiaban la perspectiva y repercutían de manera directa sobre su vida; sin embargo, eso no aminoraba su frustración y su sed por entendimiento y validación externa.

A Match Into The Water || Jalex a.u.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora