Capítulo 4

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Okay, no es tan fácil. Cuando me monto en el coche, mi cabeza empieza a desmenuzarlo todo, tengo que dejar de pensar en Miller y en la prensa para poder... procesarlo.

¿La pequeña Camz es monja?

¿La pequeña Camz es la monja que ha reportado mi firma financiera a la prensa?

Mi cabeza está hecha un lío mientras conduzco mi Audi hacia la propiedad de Miller para quedar con Camila. La postulante. La que pronto será monja.

Llamo a Alexander y me sale el buzón de voz, así que tiro el teléfono al asiento del copiloto resoplando, tratando de recordar si me había mencionado algo acerca de que su hermana se iba a unir a una orden religiosa.

Con desasosiego, me doy cuenta de que no hablamos mucho de nuestras familias; es una cosa mutua, para no recordar nada que tenga que ver con la división Cabello-Jáuregui del 2009. Ni siquiera le dije que mamá está enferma hasta que se enteró por su padre.

Y nunca me había molestado el no hablar de nuestras familias, pero que Camila se convierta en monja creo que es algo que tenía que haber sabido, al menos por boca de Alexander. Sus padres se han mostrado amables y comprensivos desde que salió del armario, aunque sé que en silencio tuvo que darse contra un muro de incomodidad por parte del Catolicismo por ser gay. Lo que sus padres sí dijeron era que querían tener nietos. Alexander no ha dejado que eso lo moleste, o quizás simplemente no lo haya demostrado, no lo sé, no éramos muy buenos para hablar de esas tonterías, pero parte de lo que apaciguó a sus padres fue el saber que Camila aún podía darles nietos.

Y ahora se está haciendo monja.

Espero que esto no haga las cosas más difíciles para Alexander. Decido preguntarle cuando me devuelva la llamada.

Aparco en la calle fuera de la propiedad, dejando mi coche alemán a regañadientes y me pongo en camino, tengo que husmear por viejos edificios de cinco y seis plantas hasta encontrar una puerta de metal marcada solamente con una cruz y un número de teléfono local. No está cerrada con llave así que entro y camino por el terrible suelo de linóleo que me dirige hacia unas escaleras mal iluminadas que dan hacia la parte de arriba, y ahí encuentro una puerta marcada con un letrero que dice Sirvientes del buen pastor de Kansas City que me guía hasta una improvisada sala de espera. También con suelo de linóleo, decorada con sillas rojas creando un círculo, que definitivamente fueron rescatadas de una bolera de los años 80 o algo así, y cestas de juguetes desgastados esparcidos por todos lados. Hay una planta de plástico polvorienta en una esquina, y en alguna parte, de manera inapropiada, Bruno Mars canta una canción sobre Versace por el suelo.

Sexo y dinero, es lo primero que se te viene a la cabeza cuando piensas en monjas, ¿Verdad?

Hago sonar el timbre naranja que se encuentra en la recepción vacía y espero.

Me pregunto cómo se verá Camz después de todos estos años. No recuerdo haber visto fotos de ella rondando por ahí, pero no me sorprende. Alexander siempre decía que estaba muy quemado de estar en las redes sociales cuando se encargaba de las publicaciones del museo como para actualizar sus cuentas personales, y sinceramente, yo estoy demasiado ocupada como para abrir algo en mi teléfono que no sea el Wall Street Journal o mis aplicaciones de acciones, así que prácticamente no tengo ni idea de nada que no esté relacionado con mi trabajo, incluso la familia de mi mejor amigo.

Bueno, dada la división que ocurrió, especialmente la familia de mi mejor amigo.

Me imagino a Camila tal como la recuerdo, como la bichito, joven, con hoyitos y su cabello con dos colitas. Tuve que hacer de su babysitter una o dos veces antes de la separación; de hecho, recuerdo que yo trataba de irme in fraganti al cuarto de Alexander a jugar a la Playstation, y mi madre me hacía regresar a la cocina de los Cabello para cargar a la bebé y así ella poder tomar fotos.

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