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Vaya que hoy había sido el día de suerte del albino.
No solo el castaño lo invitó a otra salida divina y tranquila, además de jugar algo en el arcade, si no que hasta lo llevo a la cabaña para una pijamada entre solamente ellos dos... Y solo los dos.

Dipper siempre veía como Mabel traía a sus amigas a la cabaña a pasar la noche, algo que siempre le hubiera gustado imitar el menor de los gemelos... Pero como nunca tuvo algún amigo tan cercano hasta ahora, nunca pudo tener una pijamada como su hermana... Digamos que Gideon tenía la suerte de ser la primera experiencia de alguna pijamada en toda la vida de Dipper.

Obviamente las cosas que harían serían diferentes a las que Mabel y sus amigas hacían. Aún si uno de ellos fuera algo afeminado, no se pasarían la noche leyendo sobre hombres lobo vampiro o jugar un juego de mesa raro de llamadas a chicos guapos y millonarios, lo que ambos tenían en mente para divertirse era totalmente diferente.

Se encontraban en el living, más específicamente donde estaba la tele y aquel sillón donde Stanley solía sentarse mucho cuando estaba rondando por aquí. Miraban algunas películas de suspenso, comiendo unas botanas caseras, algunas hechas por Gideon antes de venir, otras por Soos, y mientras Dipper escribía algo en un diario azul oscuro, su compañero le hacía un ligero toque a sus mejillas, dándole algo de brillo con algunos de sus nuevos maquillajes, totalmente feliz.

Tal vez este tipo de actividades eran muy simples para una ocasión como está, pero hasta lo más simple lo hacía feliz si era al lado del albino... Oírlo hablar era como un ensueño, verlo con aquel brillo en sus ojos lo hipnotizaba, pero sobre todo ser causante de aquella carcajada era lo mejor... Y por varios sentidos.

Será tonto, o no, pero no solamente le gustaba el como sus labios se levantaban y aquella carcajada de felicidad pura salía, si no que amaba el como la nariz del menor se solía encoger, el como sus mejillas se ruborizaban y decoraban sus pecas... Eso, para los ojos del castaño, era una escena que pocas veces solía ver, pero que amaba cuando sucedía...

Debe admitirlo, no fue desde siempre así. Antes con apenas oír aquel estruendo que salía por risa sentía ganas de taparse los oídos, incluso arrancarselos... Solía pensar que aquella nariz de puerco era solo un chiste, y al arrugarse simplemente le daban ganas de vomitar...

... Le alegraba pensar lo contrario ahora, pues dios, que equivocado estaba... Presenciar aquello era una bendición, una gran bendición.

–Amo cuando haces eso...– Interrumpió, mirando al de ojos marrón claro con tanto amor, como un tortolo... Cuando se ponía así, cualquiera podría deducir que se vendría con una cursilería... Cosa que tenía toda la razón.

–¿Huh? ¿Hacer que?– Pregunto el menor, dejando de lado sus maquillajes por un momento, sonrojandose ligeramente al sentir como el mayor pasó con suavidad unos toques en sus mejillas, cuales pronto se acercarian a sus labios, ayudandolo a formar una sonrisa con sus dedos.

–... Amo cuando sonríes... Me encanta ver tu naricita arrugarse... Y cuando te sonrojas te ves tan lindo... Me encanta escucharte reír...– Diría, totalmente embobado... No le importaba si lo que decía parecía ridículo o sin sentido, quería simplemente expresarlo... Y como respuesta, obtendría otra hermosa risa, aunque un poco tímida.

–No sabía que un chico que se baña una vez al mes podía ser tan romántico...–

–Bueno, no sabía que la risa que una vez me atormentaba ahora sería uno de mis motivos para sonreír o hacerme sentir mejor... Pero aquí estamos–

Antes de que el menor pudiera responder, un dulce y delicado beso se posaria contra su pequeña nariz... Más de una vez de hecho.
Este gesto obviamente hizo sonrojar como loco al albino, tiñiendo de rojo todo su rostro.

El mayor parecía no cansarse de repetir aquel gesto indefinidamente, soltando ligeras risas mientras besaba una y otra vez la nariz del contrarió, a su vez que acariciaba aquellas suaves y bien tratadas mejillas...

La piel del ex vidente era tan suave que parecía una nube, tan espongosas, tan delicadas, tan bien cuidadas... Estaba seguro de que sus labios también tenían aquella textura, pero duplicado al 100%...

Después de un largisimo rato, el mayor detendría los besos al sentir como las mejillas de ambos hervían por el gran rojo que se llevaban... Tal vez de forma literal, pues vaya que estaban calientes.

Ninguno se atrevía a decir mucho, pero como les gustaba el silencio romántico y pasional que había, no existía alguna queja.

... ¿Deberían dar ya ese pasó?.

Mabel's Brother... is pretty... | DipeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora