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Yo no era una chica irresponsable

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Yo no era una chica irresponsable. Todo lo contrario. Si hubiera sido una irresponsable no habría sobrevivido a mi infancia, básicamente porque nos habrían cortado la luz o el agua porque a Renée se le habría olvidado pagar las facturas o la casa se habría incendiado porque a Renée se le había olvidado apagar el gas.

Mi madre era olvidadiza y alocada. Yo no me podía dar el lujo de serlo.

Así que no tomé la decisión de tener sexo sin protección por descuido. Simplemente era porque...bueno, porque estaba acostándome con un vampiro. Era imposible que tuviera cualquier tipo de enfermedad y tampoco podía quedarme embarazada.

O eso creía.

Ante mí estaban las dos pruebas más que había comprado en la farmacia al día siguiente.

Eran igual de insultantemente positivas que la del día anterior.

Ni siquiera las habría comprado si no hubiera tenido un retraso en mi período. Simplemente fue una intuición que yo misma desechaba en mi cabeza pero la idea acabó ganando y terminé comprando la maldita prueba.

¿Cómo podía un vampiro concebir? Era imposible. Estaba muerto....Todo lo muerto que podía estar claro.

Aunque partes de él no estaban en absoluto muertas.

Me levanté de la cama sólo para pasearme por la habitación y así espantar el recuerdo que me dolía y me avergonzaba por partes iguales.

¿Qué iba a hacer? ¿Ir al médico? ¿Podía acaso ir al médico? ¿El bebé sería humano? ¿O vampiro? ¿O quizás una mezcla de ambas especies?

Acabé deteniendo mis pasos sin sentido delante del espejo de pie que tenía en la habitación. Había sido un regalo de mi abuela cuando tenía cinco años. En absoluto un regalo para una niña pequeña pero yo lo amé al instante. Charlie lo había conservado todo ese tiempo, al igual que el resto de la habitación.

Me levanté la sudadera para observar mi vientre. Seguía plano. No había nada extraño en él. Pero me notaba diferente. Sabía que había un ser formándose ahí dentro. Un bebé.

¿Debería abortar? Tenía dieciocho años. Toda una vida por delante a pesar de que yo sólo veía oscuridad después de la partida de Edward.

El mero hecho de pensar en deshacerme de esa pequeña cosita en mi interior me encogió el corazón mucho más que pensar en él.

No era una entusiasta provida. Defendía el derecho de las mujeres a hacer con su cuerpo lo que ellas considerasen correcto.

Pero en esos momentos, con la mano sobre el estómago intentando sentir a esa criaturita que había dentro sentía que lo correcto para mí era tenerlo.

Lo que llevaba al siguiente dilema. ¿Cómo diría este embarazo? ¿Cómo se lo diría a Charlie? Estaba segura de que iba a darle un infarto. ¿Y Renée? Desde luego sería una decepción para ella, su gran error repetido en su hija.

¿Vería yo a este bebé así con el paso del tiempo? ¿Como un error? ¿Una responsabilidad que creía querer pero que al final no quise?

Aspiré una bocanada de aire intentando que mis pulmones funcionasen pero sentía como si el oxígeno de la habitación hubiera desaparecido. Me bajé la sudadera con manos temblorosas y guardé las pruebas de embarazo al fondo de un cajón. Mi padre nunca cotilleaba entre mis cosas pero no quería arriesgarme.

Aún con el inicio de un ataque de ansiedad conseguí bajar las escaleras e intentar pones un rostro normal cuando Charlie giró su cabeza de la televisión hacia mí. Podía notar esa mirada preocupada que había tenido esas últimas semanas incluso aún cuando no lo miraba mientras cogía mi bolso de la silla de la cocina donde lo había dejado.

-¿Dónde vas? –cuestionó con cautela.

-A la Reserva, quiero pasar el rato con Jake. –la mentira salió fácil pero mientras la decía descubrí que no era mala idea. El aire fresco y el contacto con alguien tan alegre como Jake quizás me ayudasen un poco a salir de mi propia cabeza.

-¡Genial! –el excesivo entusiasmo de Charlie me indicó el alivio que sentía de verme hacer algo diferente a ser básicamente un zombie. –Conduce con cuidado, va a llover.

-Y cuándo no. –mascullé poniendo los ojos en blanco antes de alzar la mano en gesto de despedida.

Para cuando llegué a la Reserva ya había comenzado a llover, aún así Jacob salió corriendo de su garaje hacia mí en cuanto escuchó el estruendo del motor de mi camioneta.

-¡Bella! –exclamó, abrazándome con fuerza cuando me alcanzó.

-Yo también me alegro de verte. –comenté entre risas cuando me puso de nuevo en el suelo. Lo observé con detenimiento, en esas semanas había crecido varios centímetros. –Vaya, has dado el estirón, eh.

-Ya soy más alto que el resto de mi clase. –su amplia sonrisa inocente me hizo olvidar mi angustia. Jake siempre era así, pura alegría. -¿Qué haces por aquí?

Me encogí de hombros.

-Simplemente quería verte. Si molesto puedo...

-No, no. –me atajó con rapidez. –Estaba arreglando unas motos en el garaje, puedes ayudarme si quieres.

¿Motos? No me había acercado a una nunca, Charlie las odiaba con toda su alma y dada mi falta de equilibrio no tenía intención de subirme en ninguna.

Pero arreglarlas no implicaba peligro. Y el brillo de ilusión en los ojos de mi amigo era contagioso.

-Claro, ¿Por qué no? –contesté finalmente.

Con la sonrisa tatuada en el rostro, Jake me llevó hacia el garaje.

Y durante unas horas me pude olvidar de todo. 







HOLIS. Muchísimas gracias por todo el apoyo a esta historia, os quiero mil🥰🥰🥰

Ya tenemos banner para esta historia.🤗

Y también quería avisar que probablemente actualice todos los findes pero no prometo nada porque tengo un par de meses muy liados.

Recordar darle amor y comentar qué os ha parecido, amo leeros❤️

Destino.  | Bella x Leah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora