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-Esto es mi culpa

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-Esto es mi culpa.

-Papá...

-No debería haberle sugerido que viniera.

-No podías saber que estaba enfermo del corazón. –intenté consolarle con tono suave.

El silencio se instaló en el interior del coche después de que respondiera a mis palabras con un suspiro mezcla de tristeza y cansancio. Sabía que había pasado toda la noche en vela en el hospital, desde donde me había llamado para avisarme de lo que había ocurrido.

Él, Harry y varios hombres más habían ido a rastrear a los lobos. El corazón de Harry no resistió la expedición y sufrió un infarto. Para cuando llegaron al hospital no había nada que se pudiera hacer por él.

Y ahora íbamos de camino a la Reserva para asistir a su funeral. Me alisé una arruga inexistente de mi vestido negro. No me gustaba demasiado ponerme vestidos y ese ya me apretaba la cintura aunque aún no se me notaba el embarazo pero no había nada más adecuado para un funeral en mi armario.

La culpa no era de Charlie pero quizás sí que era mía. Si no hubiera dicho lo de los lobos, si me hubiera callado...

El sonido de los frenos del coche me sacó de mi espiral de remordimientos. Visualicé un pequeño cementerio apenas a unos metros. Habíamos llegado.

Para cuando atravesamos los pocos metros que nos separaban del camposanto, ya había varias personas reunidas. Rostros tristes y voces bajas, como si temieran molestar la paz de ese lugar.

Charlie saludó a la mayoría y yo hice lo mismo aunque sólo unos pocos me resultaban familiares. Saludé a Billy pero no vi a Jacob por ninguna parte.

-Vendrá en un rato, está con Sue y sus hijos. –respondió Billy cuando mi padre preguntó por él.

Tuve que esperar otros veinte minutos para verlo al fin. Todos estábamos ya congregados en torno al agujero donde depositarían el ataúd que varios hombres llevaban. Tal y como había dicho su padre, estaba apoyando a los Clearwater y ni siquiera miró en mi dirección. La esposa de Harry y sus dos hijos, Leah y Seth, estaban abatidos por la pena. Apenas me atreví a mirarlos, la culpabilidad me aguijoneaba el pecho.

El sacerdote inició su sermón. Había algo que me incomodaba. No, incomodar no era la palabra. Era como si sintiera que algo no estaba del todo bien. Como si alguien me estuviera observando.

Alcé la vista justo para mirar delante de mí y mi mirada se encontró con la de Leah. Fue como si algo me golpeara. Mi corazón empezó a latir rápidamente y sentí mis rodillas débiles. Pero lo único en lo que podía centrarme era en esos ojos oscuros. Y en su rostro. Era de tez morena, típica de los nativos, sus rasgos eran afilados, más marcados aún por la pena y por la melena corta que parecía estar cortada de cualquier manera. 

Destino.  | Bella x Leah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora