En la mesa de afuera

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Al la mañana siguiente, hice la misma rutina de siempre: me dí un baño, me maquillé para tapar mis horribles ojeras, tomé mi jugo de naranja y fui al instituto.

Me salteé la última clase porque no podría haber soportado otra hora de matemática con el señor Dunfreed. Ese señor era irritante.

Tomé el autobus hacia la plaza y allí estaba Trevor. Me senté en el mismo banco del día anterior con él a mi lado. Fumé un cigarrillo y traté de olvidarme de todo al menos por unos minutos pero algo me lo impidió.

-Eh, hola.-Dijo el chico del bar. ¿A caso no se cansaba de ser tan molesto?-Lamento molestarte. ¿Me prestas fuego para el cigarrillo?

Lo miré con mala cara y saqué mi encendedor de mi mochila. Él prendió su cigarrillo y me preguntó si iría al bar.

-Supongo.-Dije siendo cortante. Lo miré esperando a que se vaya, pero no lo hizo.

-¿Quieres un aventón?-Me preguntó gentilmente.

-No.-Quería que se vaya.-Iré más tarde.

Él se encogió de hombros y acarició a Trevor. Después de esto se montó en su moto y se fue fumando. Por fin.

Disfruté de mi momento de paz pero pronto me aburrí. Me arrepentí de no haber aceptado el aventón. Ahora tendría que caminar. Y lo hice.
  Cuando llegué él me vio y me saludó con la mano desde donde estaba. Yo solo levanté mi mano y la dejé caer otra vez. Lo último que quería era que ése pensara que éramos amigos o algo por el estilo.
  Llegó la hora de su descanso y quiso sentarse en mi mesa. Miré al rededor y no había ninguna mesa vacía. "-Qué más da" dije, y se sentó.

Tampoco hablamos ese día; cuando terminó de comer se levantó y se fue.

Así eran todas nuestras tardes en el bar. Y, aunque odie admitirlo, yo disfrutaba de nuestro silencio. No me sentía tan sola ni tampoco abrumada.

Pasaba el tiempo y cada día me iba peor en el instituto. Mis padres se peleaban más y mi vida era cada vez peor. Los amigos que solía tener en el instituto que antes por lo menos me saludaban, ahora pasaban a ser sólo caras conocidas en los pasillos.

Al cabo de una semana empezó a hacer más calor. Por esto, una tarde escogí sentarme en una mesa que se encontraba en la parte de afuera del bar. Cuando llegó la hora de su descanso, él apareció.

-Cambiaste de lugar.-Dijo sonriendo de lado. Yo solo asentí.-Soy Lucas, por cierto. Creo que no lo había dicho antes. ¿Cómo es tu nombre?

-Elizabeth.-Traté de usar un tono de voz amargado para que entendiera que yo no era ni sería su amiga.

-Lindo nombre. "Liz"-Me sonrió, pero su sonrisa se borró al ver que yo seguía con la misma cara.

-No. Sólo Elizabeth.

-Está bien.-Dijo un poco confundido.-Elizabeth... Dime, ¿por qué nunca hablas?

-¿Debería hacerlo?

-No, es sólo que... No lo sé. Pasamos las tardes a menos de un metro y no me diriges ni una palabra. Pensé que tal vez podríamos...

-No.-Dije antes de que terminara.-Tan solo dejo que te sientes aquí durante tus descansos. Eso es todo.

-Como quieras. Yo sólo quería ser amable.-Su tono de voz ahora era serio. Tomé un cigarrillo y comencé a fumarlo, ya que estaba afuera del bar y estaba permitido. Él se levantó rápidamente. Yo lo miré con el ceño fruncido.

-He dejado el cigarrillo.-Me explicó.-O al menos lo estoy intentando.-Asentí y seguí con lo mío. Su turno comenzó y él se fue a trabajar.

You Light Up My WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora