Patiné hasta una plaza. Nunca antes había estado ahí. Me senté en un banco y prendí mi cigarrillo.
Mientras fumaba, veía cómo un perro comía las sobras que se encontraban en el cesto de basura del otro lado de la calle. Estaba hambriento y en lo único que no había cambiado desde la muerte de Britt era en mi amor por los animales. No podía soportar ver a ese perro sin comida.
Saqué un paquete de galletas de mi mochila y lo abrí. Estaba cruzando la calle para darle las galletas al perro cuando una moto casi me mata.-Por Dios, fíjate por dónde caminas.-Dijo enfadado el conductor.
Cuando se quitó el casco noté que era el mismo chico del bar.-Tú.-Dijo, y su ceño se frunció más.-Olvídalo.-Se subió a la moto otra vez y mientras se ponía el casco me dijo:
-Por cierto, dejaste dinero demás en el bar. El shoot cuesta dos dólares, no diez.-Sacó ocho dólares de su bolsillo y extendió su mano hacia mí.-No importa.-Dije mientras me daba la vuelta. Él terminó de colocarse el casco y arrancó su moto de nuevo.
-Como sea.-Dijo, y se fue.
Acaricié al perro y dejé el paquete de galletas a su lado. Una vez que se las terminó, tomé el paquete vacío y lo tiré al cesto de basura. Volví al banco y el perro me siguió. "Qué más da" pensé, y toqué su cabeza mientras pensaba en un nombre para él.
"Cookie". Un nombre alegre. A Britt le hubiera gustado ese nombre. Pero a mí no. Así que decidí llamarlo "Trevor". Sólo porque me gustó el nombre.Miré mi celular y tenía siete llamadas perdidas. Dos de mi padre y cinco de mi madre. No pensaba devolverles la llamada.
Después de una hora de no hacer nada en la plaza quise volver al bar. Traté de hacer que Trevor se quedara en la plaza y lo hizo. Deseaba que siguiera allí cuando volviera.
Llegué y me senté en la misma mesa. El bar estaba mucho más lleno que cuando me fui. Ordené lo mismo pero esta vez me lo trajo otro chico. Esta vez dejé mi mochila y mi skateboard en la silla que estaba en frente mío. Solo por las dudas.
Vi que el chico que estuvo a punto de atropellarme entró por la puerta, pero no le di importancia hasta que después de un rato se acercó a mí con una bandeja.
-Hola, otra vez.-Dijo sin expresión alguna.-Es mi descanso pero no tengo ninguna mesa en donde sentarme. ¿Puedo sentarme aquí?
Yo me encogí de hombros y él me miró sin entender. Para que comprendiera lo que yo quería decir tiré mi mochila y mi skateboard al piso. Él se sentó y comenzó a comer. Yo miraba por la ventana. No nos hablamos. Sólo permanecimos en silencio. Lo único que se escuchaba era el murmullo del resto del bar.
Después de media hora, el se levantó y antes de irse me agradeció por dejarlo sentarse allí. "Cuando quieras.", dije yo, sin siquiera mirarlo. Minutos después de que él se había ido yo también me fui. Ya había anochecido y no quería que mis padres llamaran a la policía.Llegué a mi casa y mi padre estaba durmiendo. Mi madre se encontraba en la cocina. Tenía los ojos rojos y ea penas me vio suspiró.
-No vuelvas a hacer eso, Elizabeth.-Dijo aliviada y un poco enojada.-Por favor.-Ahora sonaba más gentil. Cuando terminó de decir eso subió las escaleras hasta su habitación y yo a la mía.
Estaba cansada. Cansada de mi mal humor, cansada de mis padres. De no poder sentir nada desde que ella se había muerto y de vivir.
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You Light Up My World
Roman d'amourElizabeth es una chica de 17 años, que, cuando su hermana menor Brittany murió, pasó de ser aplicada y estudiosa a un desastre. Ella conoce a Lucas el día en que pelea con sus padres y decide ir a beber a un bar. Él trabaja como mesero allí porque a...