Un beso

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Desperté y todavía era de noche. Deberían haber pasado unas tres horas desde que me había dormido. Volteé y vi a Lucas. Él seguía dormido. Tenía la boca abierta y por primera vez me di cuenta de que sus dientes estaban un poco torcidos. Noté un lunar en su mentón y una pequeña cicatriz en su labio inferior. Analicé su rostro por un minuto y me di cuenta de lo mucho que quería besarlo.
Sin pensarlo me acerqué a él, quien estaba a unos pocos centímetros mío, acostado en el campo, y rocé mis labios contra los suyos.

Fue algo muy simple y corto.

Cuando me separé y me volví a acostar mirando a las estrellas me di cuenta de lo estúpida que estaba siendo. No había espacio para el amor en mi corazón en ese momento. ¿O sí?

No lo sabía. Y eso me estaba matando.

Lucas se movió y puso inconscientemente su mano sobre mi estómago. Eso me puso incómoda y tomé su mano para sacarla de allí, pero él despertó.

-Lo siento.-Dijo mientras corría su mano y la apoyaba sobre su pecho.

Yo tomé su mano. Él me miro y luego ambos miramos al cielo. Y así, una vez más, nos dormimos.

Cuando desperté de nuevo, el sol estaba saliendo. Vi a Lucas lejos, mirando a la nada, en el medio del campo desierto.
Me acerqué a él y saqué un cigarrillo y un encendedor de mi bolsillo.

-¿Puedo?-Le pregunté.

-Sí, claro.

Lo prendí y le di una calada. Me relajé y dejé salir el humo por mi boca.
Lucas me sacó el cigarrillo de la mano y le dio una calada él.

-Creí que lo habías dejado.-Le dije.

-Traté. Pero me tientas.-Dijo mientras exhalaba el humo contra mi cara. Miró hacia el horizonte. El sol se asomaba.-Eres tan... fría. Pero a veces, me quemas.

Me quedé pensando en lo que quería decir pero no pude comprenderlo.

-Quiero quedarme aquí por unos días más.-Le dije.-Mi realidad es una prisión.

-Entonces quedémonos. A decir verdad, eres la única persona con la que me quedaría en el medio de la nada. Eres... Diferente.

Le saqué el cigarrillo y caminé hacia la moto. Le hice una seña para que se acercara. El se montó en ella, me dio el casco y la arrancó. Yo me subí tras él y lo sujeté por la cintura.

-Llévame a cualquier lado.-Le dije.

Mientras andábamos por la ruta más cercana al campo sentí ganas de hacer una locura. Me sostuve de los hombros de Lucas y traté de arrodillarme sobre la moto.

-¿Qué rayos estás haciendo?-Me preguntó.

No le respondí y me pare. La moto perdió el equilibrio pero Lucas pudo recobrarlo. Me paré firmemente y mientras me soltaba de sus hombros Lucas me dijo:

-Sólo ten cuidado. Por favor.

Extendí mis brazos y eché mi cabeza hacia atrás. Vi que en el camino se acercaba una pequeña montaña de tierra, entonces volví a sentarme. Lucas detuvo la moto.

-Estás loca.

-Tal vez. Pero eso estuvo asombroso.

-Tan sólo no te mueras. 

Caminamos un poco por el lugar. Era una pradera repleta de flores azules. A lo lejos localicé una laguna. Tomé la mano de Lucas y corrimos hacia ella.
Me saqué mis Converse, me senté el el borde y metí los pies en el agua. Estaba helada.
Lucas hizo lo mismo, pero también se sacó la remera. Lo miré extrañada y él saltó al agua. Agarró mi pie y me arrastró con él. Al agua congelada.

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