El chico del bar

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 Desperté para ir al instituto. El sol brillaba así que decidí cerrar las cortinas. Tomé una breve ducha, delineé mis ojos de color negro, alisé mi cabello y bajé a desayunar.

 Mis padres estaban peleando como de costumbre. No veía la hora en que se divorciaran. No porque no me gustara que estén juntos, sino porque odiaba que mi vida sea una pelea constante. Tomé mi jugo de naranja y sin siquiera saludarlos salí de la casa y caminé rumbo al instituto mientras escuchaba mi banda favorita en mis audífonos. Ellos ni notaron que estaba allí.

 Las clases pasaron lentísimas. No hablé con nadie en todo el día. No hablaba mucho desde que Britt, mi hermana menor, había muerto. Una vez que terminaron las clases, volví a mi casa otra vez. 

  Mis padres continuaban peleando.

-Liz, dile a tu padre que no puede dejar que el perro duerma afuera otra vez.

-¿En serio están peleando por eso? Por favor mamá. ¿No sería mejor divorciarse y ya?

Ambos quedaron bastante sorprendidos ante mi respuesta. Desde que Britt murió las únicas palabras que yo decía eran "sí" y "no".

-Hija... ¿De verdad es eso lo que quieres?-Preguntó mi padre acercándose a mi para tocar mi hombro. Yo me moví.

-A esta altura ya me da igual. Ustedes, la escuela, todo. ¿No se nota? ¿No entienden que hay un problema? Pues deberían. En los últimos meses son como extraños para mí. Y ustedes no parecen notarlo.

-Nosotros no...-Comenzó a decir mi madre. Pero no la dejé terminar. Di media vuelta y salí de la casa. No quería volver por un largo tiempo.

Todavía seguía cargando la mochila. Saqué un cigarro del bolsillo pero pronto me di cuenta de que no tenía nada para prenderlo. Mi encendedor estaba escondido en mi habitación. Mis padres no sabían que yo fumaba.
Moría de ganas de fumar, estaba muy estresada. 
Volví a mi casa y trepé hasta la ventana de mi habitación. Tomé mi skateboard que estaba allí y también el encendedor. Ya estaba lista par irme. ¿A dónde? No lo sabía.

Patiné en skateboard un par de cuadras y vi un bar. Nunca antes había bebido alcohol, pero, ¿qué más daba? Mi vida era un desastre. Necesitaba algo para desahogarme y con fumar no me bastaba.

Entré al bar y me senté en una mesa junto a la ventana. Dejé mi skateboard y mi mochila tiradas a un lado de la mesa. Un chico alto de ojos marrones y sonrisa burlona que tenía un delantal se acercó a mí y me preguntó que iba a pedir. 

-Un shoot de tequila, por favor.-Dije sin mirarlo.

-¿Puedo ver tu identificación? Necesito comprobar que eres mayor de 18 años.-Lo miré y cuando vio mi expresión se dio cuenta de que había tenido un día difícil.-Vale, no hace falta. Ya lo traigo.

Miré una vez más hacia la ventana. La gente paseaba y reía. Hacía meses que yo no reía. La última vez había sido con ella.
Estaba sumergida en mis pensamientos hasta que oí un ruido muy fuerte. Volteé y vi cómo el chico que había tomado mi pedido estaba tirado en el piso con el delantal lleno de tequila. Había tropezado con mi skateboard.

Me miró esperando una disculpa de mi parte pero yo no hice nada. Tan solo lo miré y apoyé mi cabeza en mis manos tapándome la cara. Estaba agotada.

A él le molestó eso.

Se paró, dejó con fuerza el vaso sobre mi mesa y sirvió el shoot. "Ahí tienes." Dijo cortante y se dio vuelta. 
No le di importancia. Solo bebí.

Sabía horrible, pero en algún sentido calmó mi estrés.

No sabía cuánto dinero costaba y no quería encontrarme con aquél chico otra vez, así que dejé diez dólares sobre la mesa y me fui.

You Light Up My WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora