Llegamos y la casa era hermosa. Era una cabaña acogedora que estaba situada en el medio del campo y era la única allí. Había una gran piscina y todo el campo era para nosotros.
Lucas estacionó y entró a la casa. Yo lo seguí.
Por dentro era igual de hermosa que por fuera. A pesar de que todo estuviera cubierto con polvo la decoración era bonita. Lucas buscaba algo en la habitación principal mientras yo observaba la casa. Sobre un mueble había porta-retratos y vi una foto de Lucas en la que parecía tener unos cinco años. La imagen me causó ternura y gracia. Estaba desnudo en la playa.
-Suelta eso.-Dijo mientras me arrebataba la foto de las manos.
-¿Qué tienes ahí?-Le pregunté al ver la bolsa que traía.
-Es pintura en aerosol. Mi abuela me la regaló para mi cumpleaños de ocho. Jamás la usé, y como la piscina está vacía, podríamos pintarla un poco y también podría funcionar como pista de skate.
Salimos con un pote de graffitti cada uno. Saltamos dentro de la piscina y nos dispusimos a pintar. Pero ninguno de los dos sabía qué hacer.
Lucas comenzó pintando una cara sonriendo.-¿Eso es todo lo que sabes hacer?-Pregunté.
-Supéralo.-Dijo con un tono desafiante.
Traté de hacer un perro, pero me salió horrible. Seguimos intentando hasta que cubrimos todo el espacio. Nada nos salió bien. La piscina quedó cubierta con dibujos deformes e intentos de escritura gótica.
Lucas fue a buscar mi skateboard y una vez que lo encontró lo tiró en la piscina y patinó. Se cayó varias veces, y yo me reía cada vez que lo hacía.
-Nunca dejas de caerte.
Cuando se cansó se sentó en el borde de la piscina y yo lo seguí. Se estaba haciendo de noche y se podía ver el atardecer a la perfección. El paisaje era perfecto. El campo en frente nuestro y el cielo infinito y anaranjado que cada vez se oscurecía más y más. De anaranjado se tornaba a un color vino.
Sin pensarlo, apoyé mi cabeza sobre su hombro.
Permanecimos así hasta que en pocos minutos el cielo quedó de color negro y las estrellas lo invadieron. En ese momento Lucas me preguntó si quería ir adentro. Yo tenía frío, así que acepté.Entramos y él me condujo hasta el sótano. Allí había una especie de bar muy pequeño. Había una barra y detrás de esta tres estantes con botellas de lo que parecía ser whisky. Lucas saltó la barra y se puso un delantal que estaba colgado a un lado. Se sacudió el polvo de encima y me preguntó qué quería.
-Lo más fuerte que haya.
-Mejor algo más suave.-Rodé los ojos y esperé a que preparara algo.
Mezcló varias cosas y luego sirvió el líquido en una copa.
-No tienes idea de lo que has echo, ¿verdad?-Le pregunté antes de probar el trago.
-Ni la más mínima. Yo trabajo llevando las bebidas, no haciéndolas.
Probé lo que me había dado y estaba asqueroso. Lucas lo notó en mi expresión y rió.
Le acerqué la copa a él y lo obligué a probar. Él hizo una mueca de desagrado y ahora reí yo.La siguiente hora la pasamos probando whisky y cerveza. Cuando me empecé a sentir un poco mareada nos detuvimos. Tomamos unas mantas y almohadones que estaban en la habitación principal y salimos al campo. Tiramos todo allí y nos tendimos a mirar las estrellas, en silencio, hasta que nos quedamos dormidos.
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You Light Up My World
RomantikElizabeth es una chica de 17 años, que, cuando su hermana menor Brittany murió, pasó de ser aplicada y estudiosa a un desastre. Ella conoce a Lucas el día en que pelea con sus padres y decide ir a beber a un bar. Él trabaja como mesero allí porque a...