El trabajo esa semana fue agitado, como de costumbre. La semana de Jimin fue aún más ocupada que la mía. Él tenía la esperanza de concluir el trabajo con Xavier pronto y estaba poniendo muchas horas extra para hacerlo.
No podía decir que lo culpaba. Xavier Baurhenn era un imbécil, y Jimin estaba harto de él.
Jimin estaba muy entusiasmado con la visita de su familia, y la verdad sea dicha, tanto como me ponía nervioso, era un paso positivo hacia adelante. Jimin los necesitaba en su vida. Quería su aprobación, lo admitiera o no, y yo quería que fuera feliz. Así que estábamos planeando una cena en casa la noche del sábado, con la esperanza de que vieran que Jimin seguía siendo el mismo.
El fin de semana antes de que sus padres vinieran a visitarnos, estaba tomado un descanso del trabajo y decidió que iba a cocinar para la cena durante su visita. Tenía el menú planeado y todo. Lo único para lo que quería mi ayuda fue para elegir el vino, pero luego procedió a decirme los tipos de vino que sus padres preferían, así que termino quitándome esa tarea también.
Sentado en la mesa del comedor, estaba escribiendo listas y recetas, mientras yo le miraba con asombro. Era un fanático del control, de principio a fin.
—Jimin, cariño.— le dije con un beso en la sien. —Ellos vienen aquí para verte, lo que demuestra que están haciendo un esfuerzo.
—¡Es por eso que tiene que ser perfecto!— Exclamó.
—Lo será. Solo sé tú mismo.
Exhaló través mejillas hinchadas.
—Tae, sólo quiero que nos vean, ¿sabes?
—Lo harán.— le aseguré.
—¿Cómo es que estás tan seguro?
—Porque te amo.— le contesté. —Y porque vas a cocinar tu, no yo.
Finalmente sonrió.
—Es verdad.
Cogí la lista de compras.
—Por lo menos déjame encargarme de estos.
Jimin me sonrió.
—Quieres decir, ¿dejar que Jennifer los ordene por ti?
Resistí mostrarle la lengua.
—Jennifer no hace todo por mí.
Sus labios se torcieron mientras trataba de no sonreír.
—Oh, está bien, si tú lo dices.— dijo, poniendo los ojos. —Dile que no importa qué tipo de flores ordene, siempre y cuando estén frescas.
Yo ni siquiera traté de negar que le daría la lista a Jennifer.
Levanté mi barbilla con dignidad.
—Jennifer sabe dónde comprar las mejores.
Jimin se rió.