Nos despedimos de la familia de Jimin en el aeropuerto, sonrió todo el viaje a casa, y durante la mayor parte de la tarde. Seguía feliz por haber tenido a su familia aquí y la aceptación que parecían mostrar en cuanto a nuestra relación.
No le hablé a Jimin acerca de la conversación que había tenido con su madre. Aunque tuve que admitir, me gustó saberlo. Me gustó saber que este hombre quería casarse conmigo, incluso si él no sabía que yo lo sabía.
Saqué mi laptop y me senté en la mesa del comedor, cuando Jimin se acercó y besó el lado de mi cabeza.
—¿Qué estás haciendo?
—Tengo que ponerme al día en el trabajo.— le expliqué. —No he estado a cargo durante cuatro días.
—Seguramente no pueden enfadarse contigo por eso.— dijo.
—No me importa si lo están.— le dije con sinceridad. —He disfrutado este fin de semana, y no lo cambiaría.
—Fuiste increíble este fin de semana.
Le sonreí.
—Me perdí un montón de cosas en familia trabajando tanto. Es cuestión de tiempo darse cuenta de lo que es realmente importante.
—Bueno, revisa el trabajo, luego cenamos, entonces puedes hacer lo que es realmente importante.— Luego agregó: —Ya sabes que lo más importante soy yo, ¿cierto? Quiero decir puedes hacerme lo que quieras.
Me reí.
—Tengo una idea, sí.
Se inclinó hacia mí y acarició mi cuello.
—Sabes, si no has trabajado todo el fin de semana, unas horas más no harán daño.— frotó mis hombros, me masajeo con los dedos. —Déjalo para mañana. Podemos estar en el sofá y ver un partido de hockey o algo así. Hemos tenido el fin de semana perfecto, no lo arruines ahora con trabajo. Deja que Robert Chandler arruine tu día mañana. Pásalo hoy conmigo.