08

54 8 2
                                    

El auto se desplazaba en un silencio cómodo, interrumpido solo por la suave música que Jaeyun había decidido poner para aligerar el ambiente. Sunghoon lo había sacado de casa con la excusa de llevarlo a ese café que tanto quería visitar, solo ellos dos, sin guardaespaldas ni interrupciones. Resultaba curioso pensar que, apenas tres días atrás, una situación así habría sido completamente inimaginable.

Sunghoon conducía con concentración, pero su mano derecha reposaba suavemente sobre la pierna del Omega. Ese contacto sencillo pero íntimo complicaba los esfuerzos de Jaeyun por concentrarse en otra cosa que no fuera lo bien que la habían pasado la noche anterior. El gesto del alfa le provocaba un nerviosismo dulce, que intentaba disimular, pero le era difícil mantener la calma.

—¿Qué sueles tomar normalmente? —preguntó de repente Sunghoon, sacándolo de sus pensamientos.

Jaeyun sonrió antes de contestar, con ese brillo ligero en los ojos que siempre le aparecía cuando le prestaban atención.

—Depende del día. A veces un latte, otras veces un ice americano. —respondió, intentando sonar relajado.

Sunghoon asintió en silencio, sin añadir nada más. Aquella falta de conversación prolongada le generaba un leve conflicto interno a Jaeyun. Él era alguien que necesitaba hablar, conectar, sentir esa chispa entre las palabras. Pero con Sunghoon eso era difícil de lograr.

Al cabo de poco tiempo llegaron a la cafetería, y Jaeyun no tardó en soltar emocionados grititos al ver a los pequeños gatitos paseando por el local.

—¡Awww, mira qué hermosura! ¡Hoonie, ven, míralos! —exclamó con una mezcla de ternura y euforia.

Sunghoon lo observaba desde la distancia, con una sonrisa ligera, mientras Jaeyun seguía jugueteando con los felinos, completamente absorto en su entusiasmo. Era una faceta del menor que Sunghoon apenas estaba empezando a conocer.

Con una leve inclinación de cabeza, Sunghoon se dirigió al mostrador para hacer el pedido.

—Un ice americano y un espresso, por favor. —dijo con su tono siempre controlado.

Esperó en silencio a que prepararan los cafés, mientras observaba de reojo a Jaeyun, quien ahora estaba sentado acariciando con devoción a un pequeño gato blanco. Hasta ese momento, Sunghoon no había conocido la profunda admiración de Jake por los gatos. De hecho, se dio cuenta de que, aunque pasaban mucho tiempo juntos, apenas sabía cosas verdaderamente personales sobre él.

—Aquí tiene, señor. —le dijo el barista, entregándole los cafés.

Sunghoon asintió agradecido y llevó las bebidas a una mesa, lugar donde Jaeyun ya estaba cómodamente instalado en el suelo con la gata blanca en su regazo.

—El suelo debe estar muy sucio, Jaeyun. ¿Qué haces ahí tirado? —preguntó con una media sonrisa, sin poder ocultar del todo lo que esa imagen de Jake jugando le provocaba.

—¡Mira, Sunghoon! ¡Se llama Cleo! —respondió Jaeyun, con los ojos brillando de emoción, mostrando a la gata como si fuera un gran tesoro.

Sunghoon sonrió, aunque internamente luchaba por no dejar que esa sonrisa del menor le desarmara por completo.

—Cleo es muy linda, pero podrías jugar con ella sin estar en el suelo, ¿no crees? —dijo en un tono suave, tratando de mantener la compostura.

Jaeyun bufó, pero no protestó. Se levantó del suelo con Cleo en brazos y se sentó en la silla frente al alfa, sosteniendo a la pequeña gata como si fuera la cosa más preciosa del mundo.

Aunque no hablaron mucho, la atmósfera no era incómoda. Sin embargo, era evidente que ambos estaban lidiando con esa extraña tensión, como si aquella salida pudiera ser algo parecido a una cita. Algo nuevo y desconcertante.

FATED - JakeHoon - Donde viven las historias. Descúbrelo ahora