Chapter 12

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Azoté la puerta fuertemente, con un golpe que resonó en todo el pasillo. Mi mirada escudriñaba cada rincón, buscando a esa persona con una urgencia que me consumía.

Mi camisa,  estaba teñida de rojo
en su totalidad. Las heridas no
paraban de sangrar, y cada paso
que daba me hacía sentir un dolor
agudo que se extendía por todo mi cuerpo, haciendo que mi respiración
se haga cada vez más agitada.

Caminé hasta el armario de mármol negro,su superficie brillante reflejando la luz tenue de la habitación. Abrí la puerta con un gesto brusco, sin mirar,
y tomé la caja del botiquín de
primeros auxilios que ya conocía
de memoria. La pesaba exactamente
lo mismo que siempre, y su
contenido estaba organizado de la misma manera.

Me dirigí a los grandes sillones, con un paso lento pero seguro. Presioné mi herida del hombro con la misma
fuerza que siempre, mientras que
con la otra mano sostenía la caja, y
me senté en el sillón, con un suspiro casi imperceptible.

Wooyoung irrumpió en mi vista, descendiendo las escaleras con rapidez, su rostro reflejando una mezcla de terror y sorpresa. Sus hermosos ojos, habitualmente serenos, se abrieron de par en par mientras se acercaba a mí con paso apresurado. Al llegar a los sillones, se sentó a mi lado con urgencia. Sus manos se movieron con nerviosismo, como si buscaran algo que hacer, pero sin encontrar un objetivo claro.

- ¿Qué diablos te pasó, idiota? ¿Te tiraste a un pozo de mierda y te bañaste en sangre? -

Su mirada escudriñadora recorrió mi cuerpo, deteniéndose en la ropa empapada de sangre que parecía pegada a mi piel. Las manchas rojas resaltaban en mi camisa. Luego, su atención se centró en las dos heridas abiertas, las líneas rojas y profundas que la navaja había dejado en mi piel. La sangre aún fresca parecía brillar en la luz tenue de la habitación.

Wooyoung tragó saliva, su garganta moviéndose con dificultad. Su rostro se puso pálido, como si hubiera visto un espectro. "Bonito" pensé.

- Si no estuviera en esta situación, ya estarías debajo de mí.- , le dije con una sonrisa pícara, mientras le guiñaba el ojo. - Ven, ayúdame con ésto. - , le ordené, quitándome la camiseta y ofreciéndole la gasa.

Con movimientos precisos y delicados, sus pequeñas manos se situaron alrededor de mi hombro, aplicando una presión controlada para evaluar la gravedad de la herida. Su mirada, intensa y penetrante, se clavó en la herida, estudiando su forma y tamaño. Luego, me giré, exponiendo mi espalda baja, permitiéndole acceder a la otra herida. Con movimientos deliberados, limpió la herida con alcohol, su mano acariciando mi espalda con una suavidad que me hizo gemir de placer. Su contacto me puso cachondo, mi cuerpo se tensó y mi miembro se endureció.

- Auch, no seas tan cruel con el paciente, un poco de suavidad, por favor. Le dije en tono lastimero.

-¿Duele mucho?, preguntó con una voz suave, mientras sus dedos trazaban un camino suave sobre mi piel.

- Estoy agonizando.- , dije con una sonrisa pícara, sabiendo que era una treta para llamar su atención.

- Cabrón. , gruñó, mientras su mano se clavaba en mi herida como un cuchillo, haciéndome soltar un alarido de dolor que resonó en la habitación. - ¿Me estás tomando el pelo? Y encima dices eso tú, que seguro has estado a punto de palmarla más veces de las que puedes contar.-

- Ahora sí que me dolió, ¿eh? –dije haciendo un puchero exagerado, como si estuviera a punto de llorar.

- Pobrecito. ¿Quieres que te dé un abrazo para que se te pase? - Me dijo con tono irónico.

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