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Chapter 7

Un dolor agudo y lancinante taladraba mi cabeza, dejándome sin aliento. Mi mente era un laberinto de niebla y confusión, incapaz de recordar nada de lo que había sucedido el día anterior.

Los recuerdos parecían haberse evaporado, dejándome con una sensación de desorientación y pánico.

Mis ojos parpadearon lentamente, como si se abriran a una nueva realidad. mientras el sonido de la lluvia cayendo afuera creaba un susurro tranquilizador. En una habitación desconocida, mi mirada vagó por el techo, luego recorrió la estancia, absorbiendo cada detalle.

Me incorporé bruscamente, apoyando mis codos en la cama, y escudriñé mi entorno. Estaba en el centro de una cama ajena. La camisa blanca, varias tallas demasiado grande, y los shorts deportivos flojos que llegaban hasta mis muslos, me hacían sentir extraño en mi propia piel.

Frente a mí, un gran ventanal ocupaba toda la pared, ofreciendo una vista impresionante de un bosque de árboles verdes densos. Al girar hacia la izquierda, vi montañas a lo lejos, rodeadas de más árboles.

Me sentí inquieto y decidí salir de la cama. Me apresuré hacia la puerta y la abrí de par en par. Lo que vi me dejó sin aliento: un pasillo elegante con ventanales que se extendían desde el suelo hasta el techo, decorado con plantas exuberantes que parecían flotar en el aire. El techo, cubierto de verdor, se elevaba sobre mí, mientras que las montañas y la lluvia que caía al otro lado del ventanal creaban un paisaje impresionante.

Continué mi recorrido hasta llegar a unas majestuosas escaleras de color negro, que descendí con curiosidad. Al llegar abajo, me encontré con una acogedora sala de estar que parecía un refugio de tranquilidad. Un ventanal gigantesco dominaba la pared, con una vista sobrecogedora de una cascada que se precipitaba en un río que discurría entre montañas escarpadas.

Junto a las escaleras, una chimenea crepitante añadía un toque de calor y comodidad a la estancia. La casa parecía envuelta en un aura de lujo y elegancia, con una iluminación cálida que creaba un ambiente acogedor y relajante.

Me encontraba en un estado de trance frente al ventanal cuando, de pronto, una voz a mis espaldas me hizo saltar, volteándome con rapidez.

Choi se acercó con pasos suaves, su voz serena rompiendo el silencio.

- Al fin despertaste, ¿tienes hambre?

Mientras hablaba, su mirada se dirigía hacia mí con una expresión calmada. Llevaba un montón de papeles en la mano, y ropa casual - joggers negros sueltos y camisa negra de manga corta - contrastaba con la formalidad de su porte. Su brazo, parcialmente cubierto por un tatuaje de media manga que nunca había notado antes y Su pelo, peinado hacia atrás, realzaba su facción masculina.

- ¿Qué hora es?- Le dije, manteniendo mi mirada fija en él, mientras Choi se acomodaba en uno de los sillones largos de la sala de estar, arqueando una ceja con curiosidad. Luego, después de un breve momento de silencio, habló.

-Son las 6 de la tarde. Ven aquí. - dijo con una sonrisa. inclinándose ligeramente hacia adelante, su mano extendida en un gesto de invitación.

Cuando estuve lo suficientemente cerca, Choi me tomó de la mano y me atrajo hacia él, guiándome para que me sentara a horcajadas sobre sus piernas, sintiendo su cuerpo cálido debajo del mío. Luego, me rodeó la cintura con una mano, mientras que con la otra se recostó en el sillón, colocando su mano detrás de su cabeza como si fuera una almohada.

- Y ahora, ¿qué te pasa, perro loco?-. Mi voz salió con una suavidad que me sorprendió incluso a mí. como si tenerlo tan cerca fuera lo más natural del mundo.