Chapter 20

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Caminaba lentamente, mis pasos pesados y deliberados, mientras con mi pie cerraba la puerta del auto de forma brusca, produciendo un sonido seco que resonó en el silencio de la noche. En mis brazos yacía un cuerpo delgado, liviano y relajado, como si hubiera sido abandonado allí por el sueño.

Sus manos delicadas colgaban a su lado, flácidas y sin vida, como si hubieran sido liberadas de cualquier tensión. Sus dedos, largos y delgados, se curvaban ligeramente hacia abajo, como si estuvieran a punto de soltar algo que nunca habían sujetado.

Su cabello largo se movía ligeramente por el viento, como si estuviera bailando al ritmo de una melodía invisible. Algunos mechones rebeldes se deslizaban por su rostro angelical, como si intentaran escapar de la disciplina de su peinado. Los mechones sueltos se enredaban en sus pestañas y cejas, creando un efecto de suavidad y delicadeza.

Estaba completamente absorbido en ese momento, con Wooyoung inconsciente en mis brazos. Su rostro, a escasos centímetros del mío, era un privilegio que solo deseaba tener yo. Podía sentir su aliento suave en mi piel, un calor que me hacía estremecer.

Mirar de cerca esos labios carnosos, rosados y suaves, era una tentación irresistible. Me parecían una invitación a besarlos, a sentir su textura y su sabor.

Sus ojos, grandes y expresivos, estaban cerrados, pero podía imaginar cómo serían si estuvieran abiertos. Sus párpados, largos y curvados, se movían ligeramente con cada respiración, como si estuvieran bailando. Las pestañas, largas y oscuras, asomaban bajo los párpados, como si estuvieran espiando el mundo exterior.

La piel de Wooyoung era tan lisa y suave que parecía de seda. Podía sentir su calor radiando hacia mí. Su olor corporal, una mezcla de frescura dulce y masculinidad, me estaba llevando al paraíso. Era un aroma que me hacía sentir vivo, que me hacía desear estar cerca de él todo el tiempo.

El tacto de su piel en la mía era como un fuego que me quemaba por dentro. Me hacía desear tocarlo más, sentir su calor y su suavidad. Quería explorar cada centímetro de su cuerpo, sentir cada curva y cada contorno.

-Woonie, es hora de que despiertes-

Dije suavemente, intentando sacarlo de su sueño profundo. Su rostro aún seguía inconsciente, pero de repente, su frente se frunció levemente, como si estuviera intentando recordar algo.

La luz de la luna iluminaba su rostro, resaltando la suavidad de su piel y la curvatura de sus cejas. Su cabello, despeinado y revuelto, parecía un mar de seda oscura que rodeaba su rostro.

"Tan hermoso", pensé, mientras lo observaba. Su belleza era impresionante, como si hubiera sido esculpida por un artista divino.

Sus ojos empezaron a parpadear lentamente, adaptándose rápidamente a la luz de la luna. La luz lunar parecía bailar en sus ojos, haciéndolos brillar como un destello de estrella en la noche. Cuando los abrió por completo, sus ojos cayeron directamente a los míos, observándome delicadamente.

Su mirada era calmada y curiosa, como si estuviera estudiando cada detalle de mi rostro. Sus ojos pasaban de mi ojo izquierdo a mi ojo derecho, explorando cada centímetro de mi cara. Su rostro comenzó a expresar una mueca de confusión, mientras su mirada se desplazaba por mi pecho.

Despabilándose de su sueño, Wooyoung empezó a mover sus labios suavemente, como si estuviera intentando formar palabras. Su voz fue apenas un susurro, pero suficientemente clara para que yo la escuchara. "Donde estamos", preguntó, con una mezcla de confusión y curiosidad en su tono.

Sin responderle, rompí el contacto visual, desviando mi mirada hacia el frente. Mis zapatos se enterraron en la arena, lo que hizo que mis pasos se hicieran cada vez más lentos. La arena suave y fresca se deslizaba bajo mis pies, como si estuviera caminando sobre una alfombra de seda. El sonido de la arena cayendo era como un susurro constante, un accompanyamiento silencioso a nuestros pasos.

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