sera?..

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Rivers

Nos detuvimos en seco, nuestras orejas atentas al ruido que resonaba en el pasillo vacío de la prisión. La oscuridad parecía cerrarse sobre nosotros, y el silencio era tan denso que podía sentirse.

Era un sonido leve, casi imperceptible. Un susurro, un murmullo, un crujido. Pero suficiente para hacer que nos detuviéramos y nos miráramos con inquietud.

Ari me miró, su rostro tenso y pálido en la luz débil de las luces de emergencia. Sus ojos estaban llenos de miedo y duda.

"¿Qué es?" susurró, su voz apenas audible sobre el ruido.

Sacudí la cabeza, mi corazón latiendo con emoción.

"No lo sé", respondí, mi voz igual de baja.

Roier y Aldo se acercaron, sus ojos escaneando el entorno con cautela. Estaban listos para defenderse, listos para luchar.

"¿Alguien nos sigue?" preguntó Roier, su voz llena de tensión.

Aldo negó con la cabeza.

"No veo nada", respondió.

Pero el ruido se repitió. Esta vez, más fuerte. Más cercano.

"Tenemos que seguir adelante", dije, mi voz firme. "No podemos detenernos ahora".

Ari asintió, su mirada decidida.

"Vamos", dijo.

Comenzamos a movernos de nuevo, nuestros pasos sigilosos en el pasillo vacío. Pero el ruido nos acompañaba, cada vez más fuerte, cada vez más cercano.

De repente, una figura emergió de la sombra. Su presencia fue como un golpe, un choque que nos hizo detenernos en seco.

"¡Alto!" gritó la figura, su voz autoritaria.

Nos detuvimos, nuestras manos en alto. La figura se acercó, su rostro iluminado por las luces de emergencia.

Era Juan, el director de la prisión. Su rostro estaba lleno de triunfo y satisfacción.

"¿Qué creen que están haciendo?" preguntó, su voz llena de desprecio.

Sonreí, mi corazón latiendo con emoción.

"Escapando", dije, mi voz firme.

Juan se rió.

"No escaparán", dijo.

Pero entonces, escuchamos otro ruido. Un ruido que cambió todo. Un ruido que nos dio esperanza.

[me enamoré de una criminal]《rivari》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora