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8 de Julio, 1848

Los ligeros pliegues del mantel de seda que cubría el amplio comedor, lucían mucho más interesantes que la verborrea que estaba expulsando el rey. Al menos en la perspectiva de Jungkook, pues su paciencia se agotaba al tiempo en que las palpitaciones en su sien aumentaban.

—¡Dime! ¡¿Estoy exigiendo demasiado?! —bramó, exasperándose al notar la poca atención que recibía de su hijo—. ¿Algún día mostrarás respeto por las órdenes qué te doy? ¡Estoy hablándote, Jeon Jungkook!

El mencionado levantó el rostro con una expresión estoica.

—¿Por qué haces tanto alboroto? No es para tanto —se cruzó de brazos—. Hice lo que me pediste. Querías que me familiarizara con los aldeanos.

Masajeándose la nariz con los dedos, el rey le dirigió una mirada furibunda.

—Necesitaban solo ver tu rostro, Jeon. No que todo el mundo creyese que puedes ser tu par —explicó—. Esto solo provocará que en un futuro se tomen atribuciones que no les corresponden, no solo contigo, sino con toda la familia real. Se perderá la brecha y el respeto básico entre esos pueblerinos y las personas de nuestra jerarquía.

—Al menos debería agradarles, ¿no lo crees?

—Esto no es una democracia. Tú serás el próximo rey, poco importa si les agradas o no. No es una votación, es algo que está dictado desde hace generaciones, ¿entiendes eso?

Todo el cansado parlamento que bramaba su padre se escuchaba como un eco. El completo enfoque del príncipe en ese momento era el profiterol de crema inglesa que parecía brillar en el centro de la bandeja de plata.

No dudó en tomar el delicioso postre, pero antes de lograr darle la primera mordida, este fue arrebatado sin misericordia de su mano, siendo este reemplazado por una desabrida manzana. Observó impasible como su postre era estrellado contra el suelo.

Los ojos del rey eran como proyectiles.

—¡¿Has prestado atención a alguna mísera palabra que te he dicho?!

—A cada una de ellas —Jungkook estaba seguro de que aquello que fastidiaba más a su padre, era la languidez y desdén de sus respuestas. Sin embargo, para ser sincero, poco le importaba—. Estoy a punto de llamar a Louisa para que me prepare uno de esos tés para la jaqueca.

—Realmente no sé qué hice mal contigo. Siempre actúas imprudentemente —se dejó caer en el sillón junto a un cansino suspiro—. No sé por qué no puedes ser más como-

—¿Cómo quién? —arqueó una ceja. Su mandíbula se tensó.

—Olvídalo. Eres un caso perdido —fue lo último que dijo, antes de cerrar los ojos, con su cabeza reposada en el cojín. Dando por finalizada la discusión.

No era un secreto para nadie, al menos para los empleados del palacio, el hecho de que el príncipe y el rey tenían una relación bastante agria.

El señor Jeon estaba al pendiente de criticar cualquier acción de su primogénito. Y Jungkook disfrutaba sacar de quicio a su padre.

Siendo sinceros, la reina era la única razón por la cual el príncipe se abstenía de prolongar las discusiones. La mujer procuraba no intervenir demasiado; sin embargo, los gritos y riñas siempre lograban desestabilizarla emocionalmente.

Teniendo en cuenta que su padre no parecía prestarle mucho interés en ese momento, se levantó de la silla, dispuesto a marcharse del salón.

—¿A dónde crees que vas? —interrogó el hombre, aún con los ojos cerrados.

ᴀʀᴛᴇ ʏ ᴅᴇʙᴇʀ  ༄ᴋᴏᴏᴋᴛᴀᴇ࿐ྃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora