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26 de Junio, 1848

Una desganada exhalación amenazó colarse por los labios del joven príncipe; no obstante, este los presionó con fuerza entre ellos, ahogando aquel bostezo. 

Ya había llegado el no tan esperado domingo, en donde los violines y cellos estaban inundando cada esquina del gran salón, el cual se hallaba saciado de la distinguida aristocracia del reino. 

Jungkook acomodó las solapas de las mangas de su chaqueta y sacudió el polvo inexistente de sus hombros. Se irguió y finalmente se adentró al salón atestado de gente estirada. 

En cada esquina, pequeños grupos de personas con copas de champagne en sus manos, permanecían sumergidos en una charla aparentemente interesante. De la cual Jungkook, dudaba seriamente que lo fuese. 

Su padre se encontraba en una de las esquinas del salón junto a una elegante muchacha, la cual lucía lo bastante joven como para distinguirse como la hija del hombre de sombrero alto y larga casaca con el que se hallaba conversando el rey Jeon. 

Antes de dirigirse hacia ellos, se acercó hacia uno de los mayordomos que sostenía una charola. El príncipe tomó de ella una de las copas de champagne y de un solo trago la dejó vacía, para posteriormente regresarla al sitio inicial. 

A pasos lentos, como si tratase de retrasar su llegada, finalmente se detuvo al pie de su padre, enfrente de la pareja de invitados con los que mantenía una conversación. 

Llevando sus manos hacia atrás, Jungkook enderezó su espalda y elevó la barbilla, a lo que realizaba una ligera reverencia con su cabeza a modo de saludo. 

Aclarándose la garganta, el rey procedió a tomar la palabra:

—Él es mi primogénito y pronto heredero al trono, Jeon Jungkook —mencionó, presentándole ante uno de sus más distinguidos colegas—. Hijo, ellos son los Clarke. Edward Clarke y su encantadora hija, Emilia. Su familia es dueña de una, no, de la más grande fábrica de textiles en Inglaterra. 

—Un placer conocerles —sonrió, lastimándose las comisuras de sus labios ante la rigidez de su expresión—. Padre, ¿es la fábrica que visitamos a inicios de este año, no es así? 

—Sí, la misma. Lastimosamente, no tuvimos la oportunidad de reunirnos con los propietarios en ese entonces. 

La tensión en sus labios disminuyó y una diminuta curva se dibujó en ellos. 

—La grandeza de su negocio debe ser tan rica en reconocimiento como en economía —comentó el pelinegro con aparente indiferencia, dirigiéndose al hombre—. Por un momento se me dificultó dar por sentado este hecho unos meses atrás. 

Los ojos del caballero, se abrieron ampliamente, al igual que los de la muchacha, que hasta ahora no había añadido palabra alguna. 

—¿A qué se refiere con eso, príncipe Jeon? 

En medio de una mandíbula tensa y fuerza más de la necesaria con la que empuñaba la copa, el rey exhaló hondo; observó por el rabillo a Jungkook dirigiéndole una mirada severa, la cual, por supuesto, el joven no tardó en captar. 

"Fábrica textil más grande de Inglaterra", por favor. Jungkook quiso bufar, tan pronto escuchó tal falacia para su perspectiva. Solo una visita, es lo único que bastó para que el príncipe considerará esa pocilga llamada fábrica, como un búnker de explotación de mano de obra. 

Estaba seguro de que el 15% de los trabajadores en ese sitio eran niños. Las condiciones del establecimiento eran tan precarias que ni siquiera contaban con sistema de ventilación. 

ᴀʀᴛᴇ ʏ ᴅᴇʙᴇʀ  ༄ᴋᴏᴏᴋᴛᴀᴇ࿐ྃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora