Sou terminó de pulir la última espada de su jornada. El forjar y pulir le proporcionaba una forma de liberar su tensión, sin embargo, su cuerpo se resentía después de horas de trabajo. Se permitió descansar luego de las seis, caminando hasta su cocina y bebiendo de un sorbo un vaso de agua. El líquido pasando por su garganta le hizo sentirse fresco, listo para tomarse un baño y ver algo de televisión antes de dormir.
Alguien tocó a su puerta antes de que pudiera quitarse la camisa, algo raro ya que no esperaba a nadie aquella noche. Abrió la puerta, luego de quitarse la mugre de las manos con una toalla, encontrándose en el umbral de la puerta a Schilly.
—Schilly —en su rostro se dibujó una mezcla de sorpresa y confusión.
—Ho-hola, Sou —Schilly ocultó la mirada—. ¿Puedo pasar?
Sou aceptó de inmediato. Schilly se miraba muy extraña. Su rostro estaba decaído, su pelo estaba alborotado y sus manos, aunque ocultas en los bolsillos de su chaqueta, se le miraban inquietas. Pero lo que más le llamó la atención fueron sus ojos rojos y con trazas de lágrimas secas que recorrían sus mejillas.
—¿Quieres algo de tomar? Tengo algo de té y refresco.
—El refresco está bien, gracias.
Ahí estaba también ese tono educado, tímido, como si no quisiera hablar en realidad, como si, lo que sea que le hubiera pasado, le costara contarlo. Se sentó con ella, luego de darle la bebida, y esperó a que hablara, que decidiera decirle que le había ocurrido. Se preparó mentalmente, lo que estaba por ocurrir era de las peores cosas con las que podría tratar, era el menos indicado, pero tenía que hacerlo, por ella. Tragó saliva, esperando cualquier cosa, cualquiera, menos que Schilly se recostara en su regazo, agotada. Sintió sus mejillas arder al verla caer sin ninguna vergüenza o pena, sin decir nada, provocando un enorme escalofrío recorriendo su cuerpo.
—Hable con Hop —lo soltó de golpe, como si quisiera empezar de una vez con lo que había venido a hablar.
Eso también lo tomó con la guardia baja. Hop, no había escuchado hablar de él desde que había vuelto, nadie lo había mencionado ni le había visto, sin embargo, conocía su historia con ella.
—Pensé que él no estaba en la región —fue lo único que atinó a decir.
—Lo hizo, pero volvió por unos asuntos con Lionel —los ojos de Schilly se quedaron fijos en la ventana del departamento de Sou, contemplando al sol despidiéndose de los dos—. Fui con Sonia para instalar un programa que había contratado y... lo vi.
Sou tragó saliva, no estaba seguro de cómo continuar la charla desde este punto, y apenas había empezado. No podía decir nada, Schilly sabía que solo lo decía por convención social, no por qué lo sintiera. Y la verdad era que no sabía que sentir, que hacer, estaba bloqueado, mirando y oliendo su cabello castaño. Fue ahí que recordó un consejo que Marnie le había dado para un momento como este.
Sus tímidos dedos rozaron su cabello, adentrándose poco a poco hasta llegar a su cuero cabelludo y comenzar a hacer círculos con las yemas de sus dedos. Pudo sentir que un espasmo recorrió el cuerpo de Schilly, solo para después volver a su situación habitual. Sou continuó, deseando que aquello le hiciera, al menos, hacerla sentir un poco mejor.
—¿Te molesta si te cuento lo que pasó entre nosotros? —preguntó Schilly, con un tono de voz retraído.
Sou lo pensó por unos segundos hasta asentir.
—Salí con él unos dos años, era muy lindo y atento, como solo él puede ser, y yo era feliz, pero... —un nudo se formó en su garganta— No sé qué pasó, intente una y otra vez acostumbrarme a él, pero siempre... había algo fuera de lugar.
Sou arqueó la ceja, confundido por las palabras de Schilly las cuales no entendía del todo.
—¿A qué te refieres con eso? —preguntó con calma, jugando con su cabello.
—Yo... —Schilly solo pudo decir esa palabra, sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas conforme los recuerdos emergían en un vórtice cruel. Sou sintió el cambio, se detuvo, procesando sus emociones hasta intentar detenerla, pero Schilly continuó— Yo nunca fui completamente feliz con él... Vaya que lo intente, pero no podía disfrutar el pasar el tiempo con él. Lo abrazaba, lo besaba, pasamos lindos momentos, pero dentro de mí no lo disfrutaba, como si... como si sintiera que estábamos en un hielo tan frágil que se rompería en mil pedazos.
Algo dentro de esas palabras hizo eco en su cabeza, resonando con unas palabras que recordaba haber oído, pero que no podía identificar en ese momento. Tragó saliva, no se sentía bien sabiendo eso.
—No estoy segura de que era, pero cada día me volvía más temerosa, más ansiosa, más desesperada, él lo notó y... dijo que no podía estar así, lidiar con mi miedo y... me cortó —las lágrimas finalmente salieron de golpe. Schilly hundió su rostro en los muslos de Sou y sujetó con fuerza su cabello, suplicante.
Sou se asustó, alejando sus manos de ella por unos segundos. Verla en ese estado, llorando, hizo que su corazón se hiciera pequeño, a la par que un sentimiento de incomodidad se alojara en su pecho. Se sintió impotente por primera vez en su vida, sin saber qué decir, qué hacer. Cerró sus ojos, intentando pensar en algo que decir, qué hacer, preguntando qué es lo que debía hacer, y la única respuesta que encontró fue volver a acariciar su pelo, incapaz de saber que debía hacer para que evitara su llanto.
Sin embargo, mientras lo hacía, las palabras de Schilly poco a poco comenzaron a recobrar fuerza en su cabeza, uniéndose poco a poco en su mente. Ese miedo que describe le hizo recordar la vez que la cortó. Una simple carta en un cuarto vacío, una promesa rota y él huyendo al no saber cómo gestionar aquello, el no haberle dicho un simple "Te amo" por qué, aún hoy, no sabe si es lo que siente. Lo que sí sentía era una especie de culpa que no podía definir del todo, al menos hasta que Schilly terminó de llorar de manera abrupta, alzando el rostro hacia la ventana, mirando el ocaso.
—Yo soy el problema, tal vez... no merezca ser amada.
Aquella declaración cayó como una daga en su corazón. Todo hizo clic de la peor forma posible. Sou se dio cuenta del por qué Hop la cortó, por qué ella había cambiado, de dónde venía ese miedo, lo entendió de golpe y se maldijo de, por primera vez, entenderlo por completo. Dejó de acariciar el pelo de Schilly y solo se quedó mirándola, tratando de pensar que hacer ahora. Era su culpa, era su maldita culpa todo aquello que le había pasado. No solo lo había arruinado, se dio cuenta, aunque le costara admitirlo, la había arruinado a ella, a esa chica linda, gentil, feliz, hermosa, la había llevado a un punto por el cual se empezó a odiar así mismo. Conforme los minutos pasaron, Schilly se fue quedando dormida sin decir una sola palabra más.
Sou se quedó mirándola por todo ese tiempo, procesando, intentando pensar qué hacer. Había sido un error, había sido un error venir otra vez. Había transformado a esa chica en algo que sus amigos le habían advertido, y todo era su culpa. ¿Quién era él para venir ahí? ¿Por qué se había atrevido a volver y arruinar aún más lo que ya estaba arruinado? Era un imbécil, el imbécil más grande del mundo en una paradoja en la que él mismo se había metido.
Su primer pensamiento fue el de siempre: huir, pero eso ya no era una opción, se lo había prometido, pero sentía que él quedarse ahí solo arruinaría más las cosas, cualquier opción que tomara parecía la incorrecta, sin importar el qué, ella saldría herida, y todo por su culpa. De cierta forma lo mejor, así lo pensó, fue no haberla conocido nunca. Pero no había vuelta atrás, el daño estaba hecho, y le dolía.
Cuando Schilly se movió y dejó sus piernas libres, Sou sabía que tenía que tomar una decisión. Le dejó dormir en su sofá, cubriéndola con una sábana y dejando un postre para cuando se despertara. Necesitaba salir, respirar aire, y hablar con la única persona que le podría asesorar en estos casos, a la única amiga que le había ayudado hasta ese entonces.
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Depuración [Flufftober 2024 | DynaMeistershipping]
RomanceSou volvió a Galar, buscando cambiar, ser mejor solo por aquella que le hace sentir realmente feliz. Schilly ha cambiado, ya no es la misma chica, y esta será la ultima oportunidad para los ambos y hacer que su relación funcione.