Un alemán se encontraba apretando las sábanas mientras tenía una venda amarrada a su boca, tenía que ser silencioso.— Mghh.... — Pequeños sonidos salían de el, el sovietico solo gruñía.
— Me sorprende lo masoquista que eres. — Dejo caer su pesada mano en el glúteo del menor, quién solo se excitó más.
— T-termina rápido... — Alcanzo a decir, mientras sentía como era tratado con tosquedad.
— Lo intento... Pero si te movieras, quizás me ayudarías un poco. — Sujetó de las caderas al alemán, mientras lo movía ligeramente.
— A-ah... — Gimió, el de ojo dorado solo se concentraba en complacerse.
— U-URSS... R-rapido... Hay que colocar los regalos de navidad debajo del árbol... — Murmuró, URSS apretó la cintura del alemán.
— Yo también tengo derecho a un regalo. — Respondió, sus embestidas eran fuertes.
— Te lo podía dar después... — Murmuró algo molesto por ser tratado cómo menos que una plasta de mierda.
— Lo quería por adelantado. — Gruñó antes de llenar al contrario, quién se estremeció y solamente se dejó caer en las sábanas mientras se cubría con ellas.
— Ahora vas a colocar los regalos tu solo. — URSS río, se colocó los pantalones.
— De acuerdo... — Fue lo único que pudo decir antes de sacar una bolsa negra con algunos pocos regalos para sus anteriormente, ocho hijos.
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Momentos que nunca olvidaré. // Nazunist. (2)
De Todoparte dos de mi primer libro que se le asignó el mismo título.