URSS visitó el palacio del Imperio alemán, había sido invitado allí para hacer negocios entre sus territorios.— Guten Tag, Herr UdSSR. —Habló con seriedad el mayor, URSS devolvió la misma mirada a el alemán.
—Hallo. — Fue lo único que dijo, el desprecio entre hermanos todavía ni se iba, y podría llegar a pensar que nunca se iría.
— Seré franco con el tema, mi tiempo en el poder está acabando, mi heredera es República de Weimar pero ella también está demasiado mal, y podríamos afirmar que su nación podría ser la próxima cuando no estemos. — Explicó con simpleza, URSS arqueó una ceja, pero aún sin perder su seriedad.
— ¿Y que quieres que yo haga? ¿Que anexe el territorio? — Preguntó sarcástico, Imperio solo lo miro con molestia.
— Hablo de un matrimonio. — Su seriedad fue demasiada como para que URSS entendiera que no se trataba de una broma, lo miro con desprecio.
— ¿Eres enfermo acaso? Imperio, es mi sobrina. — Su expresión fue de asco.
— Ella no lo sabe, ni creo que se lo digas.
— Solo quiero asegurar su estancia en el poder, se que eres un buen aliado para ella... Y se que no le darás la espalda. — Con eso, extendió una clase de papel, URSS nisiquiera se molestó en leerlo, pues ya sabía a qué iba el tema.
— ¿Que beneficio obtengo yo con casarme con ella? — Preguntó, mientras veía la línea donde tendría que firmar.
— Ella busca lo mismo que tú, expandir su ideología y con ello, expandirse como raza y territorio. —
— Ella sería un obstáculo para mí Imperio, podría aniquilarla fácilmente. — Contesto, con algo de molestia.
— No, ella busca un aliado, ya se que tiene a Italia Fascista e Imperio Japonés, pero es lo suficientemente inteligente para saber que Italia le dará la espalda, e Imperio Japonés acabará consigo mismo. —
— Dices que ella necesita un compañero, ¿Eso es lo que quieres "asegurar"?
— Ella necesita una figura mayor, se que no serás un papel de padre, o de tío para ella, pero el que estés casado con ella me alivia de cierto modo. — Miró a URSS un rato, y no tardo en estrechar su mano.
Ambos se dieron la mano, uno complacido y otro con cierta molestia y seriedad en su rostro.
— Reich, pasa. — Habló seriamente, la alemana no tardo en aparecer tras la puerta.
— ¿Que pasa, padre? — Respondió, pero su pregunta fue ignorada, pues supo de inmediato de que se trataba, aunque vio con desprecio a URSS.
— El es el señor URSS, es de quién te hable. — La alemana se acercó, su cabellera pelirroja con ondas daban un aspecto más elegante, URSS solo la miro, pero con algo de interés (no romántico).
— Mi nombre es Tercer Imperio Alemán, la hija menor del Imperio alemán y Austria-Hungria, es un placer conocerlo...— Extendió su mano hacia URSS, quién tomó su mano para agacharse y dar un beso en el dorso de esta misma, mostrando respeto hacia su posición en el palacio alemán.
— El gusto es mío, bella dama. — Alzó su mirada, ambos ojos conectados, pero...
Ambas miradas con distinto significado, sin embargo, no era de romance, no, no había ninguna intensión amorosa.
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Momentos que nunca olvidaré. // Nazunist. (2)
Ngẫu nhiênparte dos de mi primer libro que se le asignó el mismo título.