— Eres una mierda de persona, ¿Lo sabías? — Miró al sovietico.— Lo sé. — No le dio importancia, estaba leyendo tranquilo.
— Cuando estés más viejo, debería llevarte a un asilo. — Murmuró, mientras con un cepillo de dientes, limpiaba sus alas.
— Aja. — Respondió.
— O mejor te enveneno, no tienes derecho a morirte solo, aquí tu muerte es porque yo la decidí. — Unas cuántas plumas se le cayeron, pero ya estaban muertas.
— Como digas. — Le dió un sorbo a su café.
— ¿Cómo es que no me has dicho nada en contra? — Preguntó desinteresado.
— No tengo ganas de pelear ahora por algo estupido Reich. — Seguía leyendo con atención.
— Pero al menos dime algo que me moleste. — Dijo con un suspiro aburrido.
— Mueves mejor las caderas que Finlandia. — Respondió, Reich quedó en silencio.
— Pues, el era una puta literalmente, yo no lo soy, así que supongo que es un halago. — Desinteresado, termino con su ala derecha para luego seguir con la izquierda.
— URSS... — Llamó, el mayor volteo a verlo.
Con un fuerte aleteo, le dio en la cabeza del ruso, rasgando su piel, parte de la mejilla y el ojo izquierdo.
Sangre abundante brotó, dejando al sovietico inconsciente, Reich rodó los ojos.
— Que exagerados son los hombres. — Dijo con un suspiro aburrido para con su ala jalar del cabello a URSS para arrastrarlo a la habitación.
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Momentos que nunca olvidaré. // Nazunist. (2)
Rastgeleparte dos de mi primer libro que se le asignó el mismo título.