[Narra Frank]
Había regresado a mi habitación, el silencio envolvía el lugar ya que todos dormían profundamente, así que, guardé mis cosas con sigilo y me desvestí, escondiendo la ropa en el lugar especificado para después acostarme y caer profundamente dormido. Al día siguiente, todos se levantaron tarde, Jacob, aún dormido, anunció
-Es fin de semana y tenemos todas las clases libres... tampoco es que fueran muchas
-¿Y qué quieres hacer? -Pregunté de manera casual y tranquila
-Conozco un buen restaurante, aunque es algo caro... -Respondió Jacob, estirándose un poco- no sé, tal vez quieran ir
-Yo voy -Dijo Akira sin dudar
-Yo también -Añadió Damián
-Me apunto -Se sumó BorisTodos voltearon a verme, esperando una respuesta. Los observé por un momento, sonriendo ligeramente.
-Está bien, yo también me uno
-¡Yay! -Exclamaron todos al unísono
-Es más -Agregué, riendo suavemente- ¡yo pago!
-¡¿En serio?! -preguntó el grupo, sorprendidos
-Si, es en serio -Confirmé, asintiendo ligeramente y colocándome mi sombrero[Deja de narrar Frank]
[Narrador omnisciente]Después de disfrutar de la abundante comida y bebidas, pidieron la cuenta, la cual Frank pagó hasta el último yen de los 42,000 yenes. Al regresar a la habitación, todos cayeron rendidos de sueño, excepto Frank... La luna pendía alta en el cielo, su luz bañando la ciudad, incluyendo las calles del mercado negro. Frank se movía como una sombre entre sombras, su figura era apenas visible desde las alturas de los techos. Aquellos adictos que el Señor Gohin le había mencionado se encontraban ahí abajo, caminando sin un rumbo especifico y confiados en la protección de la oscuridad. Pero nada podía esconderlos de la mirada aguda del lobo
El zorro y el mapache caminaban erráticamente pero rápidamente, así que, desde su posición elevada, los observó detenidamente, midiendo cada paso. Cuando uno de ellos se detuvo, Frank decidió que era el momento de atacar, así que, sin hacer ningún ruido, se lanzó desde el tejado como aquel espectro que emerge de la obscuridad. El impacto fue brutal, el zorro ni siquiera tuvo tiempo de gritar ante el ataque tan repentino y al impacto tan fuerte del peso de Frank aplastándolo contra el suelo. Aquel adicto quedó inconsciente al instante, su cuerpo cayendo como una marioneta cuyos hilos habían sido cortados, Frank se movía con fluidez, levantándose y girando justo a tiempo para enfrentar al mapache quien con ojos desorbitados, lo miraba con una navaja temblando entre sus manos
-Es gracioso -dijo Frank, con voz baja- Veo que no tienes el valor de pelear sin esa cuchilla, pobrecito... pensando que así ganarías
El mapache, en lugar de responder, lanzó un grito ahogado y se abalanzó sobre él, la navaja destellando bajo la luz de una farola cercana. El ataque fue torpe, lleno de miedo y sin precisión, por lo que Frank esquivó el golpe con facilidad, sus movimientos eran los de un cazador que había repetido esta danza muchas veces antes. El mapache, frustrado, intentó de nuevo. Esta vez, Frank lo dejó acercarse más, permitiendo que creyera por un segundo que podía tener una oportunidad, con un giro rápido, Frank atrapó la muñeca del ladrón antes de que la navaja pudiera hacer contacto. El arma cayó al suelo con un sonido metálico, y en un solo movimiento fluido, Frank lo desarmó por completo. El mapache intentó retroceder, pero era demasiado tarde. El lobo negro ya estaba sobre él.
-Deberías haber huido en cuanto pudiste -murmuró Frank, su voz tan fría como la noche que los rodeaba- espera... nunca pudiste hacerlo
Sin darle tiempo para reaccionar, Frank lo golpeó directamente en el estómago, hundiendo el puño con una fuerza controlada. El mapache se dobló sobre sí mismo, el aire de sus pulmones escapó en un jadeo ahogado y después cayó de rodillas, sus manos temblaban mientras intentaba mantenerse erguido, aunque la fuerza del golpe había sido demasiada para él. Cuando intentó levantarse, un segundo golpe en la mandíbula lo derribó por completo, dejándolo inconsciente sobre el asfalto frío. Frank se irguió, observando los cuerpos inertes de los dos ladrones. El zorro aún yacía donde había caído, mientras que el mapache estaba tendido en el suelo a unos pasos de distancia, ambos inofensivos, atrapados sin posibilidad de escapar. Para cualquier otro, tal vez esto habría sido una victoria agotadora. Para Frank, no era más que una rutina. No había emoción en su rostro, ni satisfacción. Simplemente había hecho su trabajo, como tantas veces antes entonces respiró hondo, su pecho subiendo y bajando de manera constante. La poca adrenalina que había sentido durante la pelea se disipaba lentamente, reemplazada por una calma fría. Se inclinó, levantando al zorro y al mapache, uno sobre cada hombro, como si no pesaran más que un par de sacos de arena. Con la misma agilidad y sigilo que había mostrado al cazarlos, se dirigió al consultorio de Gohin.
Al llegar, el lugar estaba sumido en un silencio absoluto, solo roto por el crujido de las hojas de bambú que decoraban el exterior. Sin esfuerzo, Frank dejó caer a los dos ladrones frente a la puerta del consultorio. Los cuerpos hicieron un ruido sordo al tocar el suelo, pero el lobo no mostró ninguna emoción. A los pocos minutos, Gohin apareció por la puerta, con su usual seriedad
-Lo prometido es deuda -Dijo Frank mientras que recogía su Katana y la sacaba de su saya para revisarla, la hermosa hoja negra con el filo rojo que brillaba bajo la luz tenue de la habitación donde se encontraban, dándole un aspecto mas intimidante a Frank- Ya cumplí con mi parte señor Gohin
-Impresionante... bastante impresionante a decir verdad -murmuró el panda después de observar por un instante y evaluar el trabajo y velocidad de FrankFrank no respondió, a pesar de haber acabado con su tarea nunca bajaba la guardia, cuando acabó de revisar la Katana, con un gesto hábil, preciso y digno de un profesional, guardó la Katana en la saya de nuevo y después la colocó en la cadera, justo a un lado de donde se encontraba su fiel cuchillo
-Si alguna vez necesita algo mas -Mencionó Frank en tono bajo pero firme- ya sabe donde encontrarme. Solo necesita poner un precio, un plazo y si me parece razonable, lo haré dentro del tiempo acordado
Gohin asintió nuevamente, con una leve sonrisa que no llegaba a sus ojos, mas bien como un gesto de aprobación ya que sabía que el le sería bastante útil para ese tipo de trabajos y que podría resolver problemas mas grandes, como lo sería el Shishi-gumi y esas grandes organizaciones criminales, entonces le dio un maletín que contenía dinero
-Antes de que se me olvide -Agregó Gohin, abriendo el maletín
-¿Sí? -Contestó Frank, abriendo el maletín y revisando a conciencia el dinero
-Tu amigo mencionó que ambos estudiaban en la academia Cherryton
-¿Que con eso? -Preguntó Frank, cerrando el maletín- si estas queriendo ser sensible con algo, que sepas que no me gusta que anden con rodeos, se directo conmigo
-¿Qué edad tienes?, ahora que te veo bien pareces demasiado joven
-17 años -Respondió Frank inmediatamente, como si no le importara su edad
-¿Qué? -preguntó Gohin, impactado por lo que había escuchado
-Lo que escuchaste, tengo 17 años -Reiteró Frank, revisando su teléfono
-Eres... eres solo un niño, ni siquiera deberías de estar haciendo esto
-¡Pobre de mí, ahora quien salvará mi alma! -Respondió Frank, exagerando sus movimientos y tono de voz- no necesito que me recuerden que soy un "niño", es mejor que ustedes recuerden que soy "un niño fuertemente armado", así que si no tiene nada más que decir, con su permiso, me retiro
Frank se giró y sin prisa pero con determinación se desvaneció en la oscuridad, dejando atrás el consultorio clandestino, envuelto nuevamente en el silencio. La caza había terminado por hoy, pero para él, la caza nunca cesaba del todo. Siempre habría otra presa, otra misión que completar, otra noche en la que el susurro de las sombras llamaría su nombre así que se dirigió a la agencia y se puso a contar el dinero e investigar acerca de aquellas organizaciones a las que tenía que infiltrarse, pasaron unas horas y Frank regresó a la escuela, sabía que no podía dejar ver a sus compañeros que la mayoría de las noches no se encontraba en su cama ya que, si no, lo cuestionarían y no sabría que responder
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Un Amor Entre las Sombras
RomanceFrank, un lobo que decide entrar a una escuela de alto prestigio, se encuentra con Legoshi (otro lobo), ellos se conocen y se enamoran, pero hay una cosa que Frank sabe y que no puede salir a la luz... O eso es lo que el cree.