Capítulo Seis

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¿Que se quedarían allí?

A Fluke le flaquearon las rodillas y tuvo que sentarse en la silla que tenía detrás.

–¿Me impedirías ir al funeral de mi padre? –preguntó en un hilo de voz.

Él lo miró con frialdad, casi burlón.

–Podría decirte tantas cosas ahora mismo... Por ejemplo, que nunca me dijiste que te habías quedado embarazado, o que me has excluido estos tres años de la vida de mi hija.

–Lo sé, es verdad, pero el que haya cometido errores no...

–Muy bien, pues enmendemos esos errores y hagamos las cosas bien.

Fluke parpadeó con fuerza para contener las lágrimas y se mordió el labio para no decir algo de lo que podría arrepentirse después. Lo único que le había dado fuerzas en esos tres años había sido la esperanza de que un día su vida podría ser distinta, que un día encontraría el amor, que Jax y él tendrían todo lo que necesitaban y al fin se sentiría en paz. Pero con Ohm no tendría paz alguna.

Este abrió un cajón de su mesa y sacó lo que parecía una revista.

–Escoge uno o dos que te gusten y los tendrás aquí esta noche –dijo tendiéndosela.

Fluke lo miró confundido, pero al tomar la revista vio que era un catálogo de trajes de novio. Fue como recibir un puñetazo en el estómago. Irritado, la arrojó sobre la mesa.

–Nos casaremos mañana por la tarde –añadió Ohm, haciendo caso omiso a su reacción–, nos escaparemos unos días de luna de miel, y luego nos reuniremos con tu familia en Greenwich.

–No pienso hacerlo. No me casaré contra mi voluntad.

–Yo tampoco quiero a un esposo que se sienta forzado; me gustaría que aceptaras que esto es lo que debemos hacer.

–Pues eso no va a ocurrir.

–¿Ni siquiera lo harás por Jax?

Fluke se levantó y dio un paso hacia él.

–No me conoces. No sabes nada de mí. Ese matrimonio no funcionaría; somos como el aceite y el agua.

–Eso no es verdad. Hay una química increíble entre nosotros.

–No se puede basar en el sexo un compromiso para toda la vida.

–Cierto, pero Jax se merece ese compromiso por nuestra parte.

Fluke sacudió la cabeza con incredulidad y se dirigió hacia la puerta para salir de allí.

–¡No tenemos mucho tiempo! –le dijo Ohm–. Si no escoges un traje, tendré que hacerlo yo por ti.

Fluke se detuvo en el umbral de la puerta, y se volvió hacia él.

–En tu afán por hacer lo correcto en lo que respecta a Jax, no te das cuenta de que lo que estás haciendo es aplastarme a mí –le espetó dolido.

Sin darle tiempo a responder, se giró sobre los talones, salió y se alejó apresuradamente por el pasillo, ansioso por alejarse de él. Al ver una puerta abierta al fondo, la atravesó y se encontró en los jardines. Ya no estaba lloviendo, pero el cielo seguía encapotado.

La grava húmeda del camino crujía bajo sus pies. Sin darse cuenta, en su desesperación empezó a apretar el paso y echó a correr, no porque pudiera escapar de allí, sino porque necesitaba una vía de escape para las emociones que la desgarraban por dentro.
Se adentró por un sendero flanqueado por altos setos recortados que se extendían ante él y parecían no tener fin, por más que doblaba una esquina y otra esquina..., hasta que de pronto se dio cuenta de que estaba en un laberinto.
Al volver a doblar otra esquina casi se chocó con Ohm, que apareció de la nada frente a él.

Riesgo y pasión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora