Prólogo

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—¡Suéltame! ¡Me haces daño! —digo mientras logro zafarme de su agarre.

—¿A dónde piensas que vas, eh? —me grita.

—A donde se me pegue la gana... —bocifero mientras camino hacia el taxi. Justo cuando voy a abrir la puerta, siento su mano en mi cintura, pegándome a él.

—De aquí no saldrás, bebé, porque me perteneces a mí, solo a mí... —miro directamente a sus ojos, desafiándolo.

—Yo no soy de tu pertenencia, entiéndelo. Deberías atenderte con un psiquiatra —le grito con todas mis fuerzas.

En ese instante, el conductor sale del taxi y toma mi mano.

—Joven, será mejor que deje a la chica...

Las palabras quedan en el aire cuando el conductor cae al suelo por el impacto de una bala.

—Esto le pasará a todos los hombres que te toquen; morirán, y yo tendré el placer de matarlos...

—Eres una puta bestia; no resuelves nada que no sea con una maldita arma —grito, limpiándome las lágrimas que brotan de mi enojo.

—Esta bestia pondría el mundo entero a arder por ti...

Las palabras se desvanecen en el aire cargado de tensión. En un impulso casi irracional, nuestros labios se encuentran. Al principio es un roce, una chispa entre la rabia y la desesperación. Pero pronto se transforma en algo más profundo; su boca se mueve con urgencia contra la mía, como si intentara reclamarme en un mundo donde todo se desmorona.

El beso es intenso y voraz, como si cada uno de nosotros intentara encontrar consuelo en el otro ante el caos que nos rodea. Siento su calor envolvente y la dureza de su cuerpo contra el mío. Es un encuentro explosivo que desafía las palabras hirientes que acabamos de intercambiar. Sus manos recorren mi espalda con una mezcla de posesión y deseo, mientras yo me aferro a su cuello, atrapada entre la confusión de mis sentimientos y el peligro inminente.

El mundo exterior desaparece momentáneamente; solo existimos nosotros dos en esa burbuja de pasión y conflicto. Pero en lo más profundo de mi ser, sé que este beso también es un grito de advertencia: hay una línea delgada entre amor y locura, y estamos bailando peligrosamente cerca de ella.

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Cautiva del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora