capítulo 5

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Me miro en el espejo, observando las marcas de la noche anterior. Con un poco de maquillaje, intento ocultar las huellas de lo que pasó, pero se que no puedo borrarlas del todo. Con cada trazo del corrector, siento que me alejo un poco más de la realidad.

—Por qué tardabas tanto.. - me reclama Derec..

Decido ignorarlo y dirigirme al aparcamiento

Al llegar, Derec escoge un auto negro brillante, un Audi A4. Su diseño es elegante y deportivo al mismo tiempo, con líneas aerodinámicas que le dan un toque moderno. El sonido del motor al encenderse resuena en el aire como una promesa de aventura.

Vamos a ver el vestido de boda ya que se aproxima la fecha

Mientras conduce de repente, estalla en risa.

—¿Qué te parece tan gracioso? —le pregunto con una ceja levantada.

—Que ni con un kilo de maquillaje ocultarás mis mordiscos… —responde entre risas.

—Solo un idiota se reiría de eso… —replico, intentando mantener la seriedad.

—No me decías idiota mientras te besaba… —me dice con picardía.

Decido ignorarlo y mantengo la vista al frente mientras conducimos.

Al llegar a la boutique, el lugar es luminoso y acogedor. Las paredes están decoradas con tonos suaves y hay espejos por todas partes. Una joven estilista nos recibe; su cabello es largo y rubio, con ondas suaves que caen sobre sus hombros. Lleva una blusa blanca ajustada y una falda negra corta que resalta su figura esbelta. Su sonrisa es cálida y contagiosa.

—¡Bienvenidos! Estoy aquí para ayudarles a encontrar el vestido perfecto —dice con entusiasmo—. ¿Tienen algo específico en mente?

Nos dirige hacia una sala privada llena de vestidos colgados en perchas doradas. La variedad es abrumadora: encajes delicados, satén brillante y tul etéreo. Hay vestidos largos y cortos, algunos con escote pronunciado y otros más conservadores.

Al probarme uno de los vestidos, Derec no puede evitar mirar hacia su revista en lugar de prestarme atención.

—¡Mírame! —le digo impaciente.

Él levanta la mirada lentamente, recorre cada centímetro de mi figura con sus ojos y finalmente dice:

—Ese…

—Pero hay más vestidos —protesto.

—Ese —insiste él con firmeza.

La chica sonríe y se ofrece a buscar las prendas adecuadas para complementar ese modelo. De mala gana, me dirijo al vestidor mientras maldigo cuando la cremallera se atasca en mi espalda.

Derec me llama desde fuera:

—¿Por qué te demoras tanto?

Maldigo otra vez al sentir sus pasos acercarse.

—¿Podrías entrar? —le pido frustrada.

—Diana, este no es el momento ni el lugar; para eso está la cama en nuestra habitación…

Me tapo la cara con las manos, sintiéndome atrapada entre el enojo y la risa.

—Es que la cremallera se me atascó, tarado mal pensado…

—Ah… —responde él, sorprendido por mi reacción.

En un instante decide entrar y nuestras miradas se cruzan intensamente. Siento cómo su presencia inunda el pequeño espacio del vestidor. Sus manos bajan lentamente para ayudarme a desabrochar la cremallera atascada; esa simple acción provoca un escalofrío recorriendo mi espalda. La cercanía entre nosotros se siente electrizante.

El ambiente se vuelve denso; cada segundo parece prolongarse mientras sus dedos rozan mi piel suavemente. Las palabras quedan atrapadas en mi garganta cuando nuestras miradas se encuentran nuevamente. En ese momento, todo lo demás desaparece: solo existimos él y yo en este pequeño vestidor lleno de telas brillantes y sueños a punto de hacerse realidad.

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Estaba en el establo acariciando a un hermoso caballo árabe. Su piel brillante relucía bajo la luz del sol mientras disfrutaba de ese momento de tranquilidad. De repente, Derec apareció, asustándome con su presencia.

—¿Te animas a dar un paseo? —me dijo con esa sonrisa traviesa que siempre me ponía nerviosa, mientras subía a un imponente caballo negro.

—No sé cabalgar... —respondí, sintiéndome un poco avergonzada.

—Es una orden, vamos, monta conmigo —dijo él, extendiéndome la mano con confianza.

Rodé los ojos pero, al final, tomé su mano. Sin embargo, cuando intenté subir al caballo, me asusté y caímos al suelo. Derec cayó sobre mí y no pude evitar reírme.

—Eres muy torpe —le dijo el

—Te dije que no sabía... —le respondí, aún riendo mientras me levantaba sola.

Derec llamó al caballo y este se acercó, moviendo su cabeza curiosamente. Él lo acarició con ternura y me hizo sentir que todo estaba bien.

—Esta vez no me arriesgaré, sube tú primero... —dijo Derec.

Subí con un poco de dificultad mientras él me ayudaba.

—Ignoraré que me topaste el trasero —le dije en tono burlón cuando finalmente se acomodó detrás de mí sobre el caballo.

—Muy bonito por cierto... —sonrió él mientras comenzábamos a cabalgar por el sendero que bordeaba el bosque. La brisa fresca me acariciaba el rostro y el sonido de las hojas crujientes bajo los cascos del caballo era como música para mis oídos. La adrenalina comenzaba a invadirme a medida que me acostumbraba al movimiento del caballo, pero en mi mente seguía resonando la advertencia de que no sabía cabalgar.

Finalmente llegamos a la orilla del río. El agua brillaba bajo el sol y fue entonces cuando vi algo moverse entre las piedras.

—¡Mira! ¡Una tortuga! —exclamé emocionada.

Sin pensarlo dos veces, corrí hacia la orilla para acercarme a la tortuga que nadaba despreocupadamente.

—¡Suéltala, ¿quieres?! —me ordenó Derec con esa mezcla de diversión y firmeza que siempre me hacía sonreír.

Refunfuñé un poco pero al final solté a la tortuga, que nadó rápidamente hacia una esquina del río. Mientras tanto, observaba a Derec con una sonrisa divertida en su rostro.

De repente, me di cuenta de que él ya no estaba a mi lado. Miré hacia todos lados y no lo vi. Un poco inquieta, giré mi cabeza hasta que algo en el agua me levantó de golpe.

Grité como una niña pequeña entre risas mientras el agua salpicaba por todas partes. Cuando finalmente pude ver a Derec más cerca en la superficie del río, se acercó a mí con una mirada intensa y juguetona.

Fue entonces cuando nuestros labios se encontraron en un beso suave pero lleno de emoción. Era un beso lleno de promesas: dulce como el agua fresca del río y ardiente como el sol que brillaba sobre nosotros. Sentí cómo nuestros corazones latían al mismo ritmo mientras nuestros labios danzaban juntos; era como si el mundo alrededor desapareciera y solo existiéramos nosotros dos en ese instante perfecto.

Al separarnos un poco para mirarnos a los ojos, ambos sonreímos cómplices, sabiendo que este paseo había sido solo el comienzo de algo mágico entre nosotros.

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Actualización doble mis amores...

Espero que la disfruten

Hasta la próxima..

Besitos❤

Cautiva del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora