Capítulo 9

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El viaje fue muy cansado, todavía estoy en shock; no puedo creer que he matado a una persona. La adrenalina aún corre por mis venas, y el eco de la acción resuena en mi mente como un tambor que no deja de golpear. Justo cuando intento procesar lo que ha sucedido, Derec, a mi lado, se detuvo en seco. Lo imité, la tensión en el aire era palpable.

-Se supone que solo nosotros estamos aquí, ¿no? -murmuré, tratando de calmarme.

Pero antes de que pudiera seguir con mis pensamientos, un grito rompió la calma. Me dirigí hacia el sonido, una mezcla de preocupación y curiosidad empujándome hacia adelante.

Resulta ser que Kiara está huyendo de el perro que le ladra con furia. La escena es casi cómica en medio del caos.

-¡Derec, haz algo! -grita desesperada

-¿Qué diablos haces aquí? -grito, con voz llena de incredulidad.

-¡Ahhh! Quiten a ese monstruo de mi vista! -exclamó Kiara, con los ojos desorbitados.

-¡Brock ! .¡Ya para... !-ordeno con firmeza. El perro, sorprendentemente obediente, se detiene y corre hacia mí moviendo la cola. Al final del día hemos hecho un buen equipo.

-¡Lo hubieses hecho antes...! -replica Kiara. -Casi me mata y no hacías nada.

Diana cálmate o si no, no te harás responsable de tus actos.

Me repito para no hacer una locura

La rabia burbujeaba dentro de mí, y la confusión se transformaba en impaciencia.

-Derec, ¿puedo saber por qué coño ella está aquí? -pregunté, sintiendo cómo mi voz se alzaba.

Su mirada se volvió fría y distante.

-Cariño, no sé si te has enterado pero estoy embarazada de tu marido; por lo tanto voy a vivir aquí... -dijo Kiara mientras se miraba las uñas como si fuera lo más normal del mundo.

-Derec... -pronuncié su nombre con un tono que pedía respuestas.

-Es verdad... -dijo él alzando la voz. -Y no quiero oír del tema; lo he decidido yo y punto.

El aire se volvió denso entre nosotros.

-Pero...

-¡¿No entiendes que es una orden?! -me gritó. Su frustración era evidente mientras se marchaba dejándome sola con esta bruja.

La risa burlona de Kiara resonó en mis oídos mientras me cruzaba de brazos y giraba los ojos.

-Como le pondré a mi bebé... Derec, si como su padre... -murmuró ella mientras jugaba con su cabello.

Mi corazón latía con fuerza, resonando en mis oídos..

-Tal vez no tengas a ese bebé... -dije, dejando que cada palabra cayera como un peso en el ambiente.

Ella me miró con ojos desorbitados, su voz temblorosa apenas pudo salir:

-¿Me estás amenazando?

Una risa seca escapó de mis labios. Me acerqué un paso más, sintiendo la adrenalina correr por mis venas. Era como si el mundo se hubiera detenido; nada importaba más que este momento.

-Depende de cómo tu cerebro lo asimile -respondí, inclinándome hacia ella con una sonrisa burlona-. Pero me sorprende que con las pocas neuronas que tienes hayas acertado.

El silencio se hizo pesado entre nosotras, y en ese instante, decidí dejar claro quién mandaba aquí.

-Escucha bien, Kiara -comencé, mi voz baja y amenazante-. Si crees que puedes venir a mi vida y jugar a ser madre con mi marido, te aseguro que te arrepentirás. Este es mi territorio, y aquí las reglas las pongo yo. Así que cuida tus pasos; no tengo reparos en hacer que desaparezcas del mapa si es necesario.

La miré fijamente, disfrutando del brillo de temor en sus ojos. Cada palabra era una daga afilada y certera, y sabía que había tocado su punto más vulnerable. Ella tragó saliva, intentando recuperar su compostura.

-No puedes hacerme esto... -murmuró, pero su voz ya no tenía la misma firmeza.

-Oh, cariño -dije con una sonrisa helada-. No solo puedo hacerlo; lo haré si me obligas. Recuerda que en este juego yo tengo todas las cartas.

-Así que piénsalo bien -le dije antes de darme la vuelta y caminar hacia la puerta-. Porque si decides quedarte aquí para jugar a ser familia, te prometo que haré todo lo posible para asegurarte que tu pequeño sueño se convierta en una pesadilla.

Con cada paso me alejaba de ella, sintiendo la victoria al alcance de mi mano. La guerra apenas había comenzado y yo estaba lista para cualquier cosa.

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La noche se había adueñado de la habitación, y el silencio era solo interrumpido por el suave susurro de la brisa que entraba por la ventana. Derec ya estaba acostado, y yo, con un nudo en el estómago, me coloqué lejos de él, intentando poner distancia entre mi corazón y mi razón. Pasaron los minutos, pero el tiempo se sentía como un eterno suspiro.

De repente, sentí su mano cálida envolver mi cintura, y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

-No me toques... -dije con voz temblorosa, tratando de mantenerme firme.

-¿Estás enojada? -preguntó, su tono lleno de un suave desafío.

-No... -respondí casi al instante, como si mis palabras pudieran alejarlo. -Solo no quiero tener ningún roce contigo...

En ese momento, todo cambió. En un instante inesperado, él estaba encima de mí, nuestras miradas se encontraron en un cruce de llamas y dudas.

-Creo que sí... -dijo con una sonrisa traviesa antes de acercarse y besar mis labios.

El beso fue como una tormenta que estallaba en mi pecho: ardiente y dulce al mismo tiempo. Sus labios eran suaves pero firmes, y la chispa entre nosotros iluminó la oscuridad de la habitación. Era un beso que hablaba sin necesidad de palabras; cada roce decía más que mil promesas.

Logré apartarme, aún sintiendo el eco del beso en mis labios.

-Te dije que no quiero... -dije con esfuerzo, tratando de mantener mi voz serena.

-Tus ojos dicen otra cosa... -susurró, su aliento cálido acariciando mi piel mientras me empujaba suavemente contra la pared. -Los ojos no ocultan nada; son espejos del alma que revelan verdades ocultas. Puedo ver lo que hay en ellos...

Su voz era como un hechizo que me ataba a él.

-¡Ah sí! -exclamé, retándolo mientras buscaba refugio en mi resistencia. -¿Y qué puedes ver en ellos?

-Deseo... -susurró mientras sus labios recorrían delicadamente mi cuello. Era una caricia que encendía cada fibra de mi ser. -Tus ojos son océanos profundos donde se ahoga cualquier duda; reflejan pasiones incontrolables que gritan por ser liberadas.

Y entonces, como si el mundo se desvaneciera a nuestro alrededor, nos comenzamos a besar intensamente. Nuestros labios se encontraron nuevamente en una danza desesperada; cada beso era un clamor a la libertad que ambos anhelábamos. Sus manos exploraban mi espalda mientras yo me perdía en el sabor de su boca, dejando atrás cualquier rastro de lógica o razón. Era un torbellino de emociones desatadas: deseo, miedo y esa chispa mágica que solo surge cuando dos almas se reconocen en la penumbra.

Otra vez pasó... y sabía que esta vez no podría resistirme a lo que había comenzado a arder entre nosotros.

✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨

Hola mis amoresss! 👋🏻

Disculpen la demora, es que estaba enfermita 🥲...

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Un beso desde la distancia a todxs... 😘😘
Hasta la próxima... 🥰

Cautiva del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora