El amor y el bien

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Cultivar la vida con generosidad y agradecimiento convierte nuestras acciones en la esperanza que sostiene. Cuando mostramos actos desinteresados por el bien de los demás, estamos elevando nuestra manera de amar y si hay algo que realmente trasciende el tiempo y la distancia, es todo lo que entregamos con corazón y humildad.

El reflejo de lo que llevamos en nuestro interior, es lo que mostramos al mundo. Cada intención al igual que cada voluntad, se unifica en el anhelo de expandir el cielo en la tierra. Esa gran verdad reside en lo profundo de nuestro ser puesto que, la capacidad de nuestra alma es infinita; por esta razón, la generosidad está instalada allí como huésped permanente.

Cuando damos de forma consciente y voluntaria, es inevitable que todo sea bien recibido, que las bendiciones del cielo se multipliquen y que de alguna manera regrese a quien lo ha dado.

Hay una realidad tan grande como el sol, aquella que expresa lo gratificante que es sentir las sensaciones que se activan cuando entregamos sin esperar nada a cambio. Es un momento de plenitud y si en ese instante nos llevamos las manos al corazón, de manera extraordinaria vamos a lograr reconocernos como semillas de luz que iluminan corazones y generan bienestar.

Cuando damos desde el amor,
es la belleza y la presencia de Dios manifestándose.

M.G.
Nahiara

Nahiara: Luz de luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora