Nahiara: Luz de luna

Nos separan 6.504,25 km (relato)

"La vida es la mejor maestra, tal como es. Es la maestra más dura. No tolera la pereza por mucho tiempo. Siempre te lanza algún problema difícil y luego ve qué haces con el". (Stephanee Killen, Buddha Breaking)

En un abrir y cerrar de ojos, una mañana llegó el momento de la despedida; teníamos el alma confundida y la tristeza instalada en el pecho, oprimiendo para extirparlo... Es que hay momentos en los que el corazón no sabe decir adiós. Aquel día te marchaste con un morral y una maleta llena de sueños, bendiciones, mil consejos y la voluntad de crecer para crear una vida justa, digna, pero sobre todo, llena de bien. Poco a poco te alejaste del Norte del Sur atravesando el Atlántico Norte, dejando atrás tu país, ilusiones, amigos y familia. Con la esperanza de que más allá de los límites había algo bueno para tí.

Hace cinco (5) años nos separan 6.502,25 km pero aún el tiempo útil con tu familia se resume en videollamadas los fines de semana, cinco (5) años donde los días continúan pasando como si nada. Es que el tiempo transcurrido no regresa, no tiene pausa, por esa razón aunque muchas veces las circunstancias y el camino no sean favorables "hay" que trabajar con determinación para obtener lo que deseamos porque rendirse no es una opción, "hay" que tener la plena seguridad de que siempre se encuentran razones para seguir adelante, en el entendido de que todo se debe construir con esfuerzo.

Hoy en día estoy segura de que los momentos difíciles han moldeado lo que eres; un hombre con una voluntad inquebrantable que cree y confía en sus capacidades, un hombre maravilloso con grandes valores, haciéndonos comprender que, a pesar de todo lo vivido, la peor batalla es enfrentarse uno mismo y también cuidar de las alas que tus padres construyeron para que aprendieras a volar solo, con la seguridad de que había un premio más allá de los límites, recordando cada día que estamos y estaremos bajo el mismo cielo.

Aprendiste que la vida es un reto y que muchas veces nos paraliza el miedo de empezar a crear nuevas semblanzas, puesto que ella se empeñó en enseñarte mucho en poco tiempo y te tocó madurar antes de lo pautado en un camino difícil lleno de incertidumbres: el azote de una pandemia, errores, desilusiones y caídas pero ahí estás, ya sin temor, amando tu destino, aprendiendo a ser feliz con todo aquello que la misma vida te ofrece.

Tengo la seguridad de que uno de los más grandes desafíos de este transitar es poder mantener tu esencia innata, que a pesar de las circunstancias tus raíces están fortalecidas al no olvidar que somos el amor que no muere porque es lo que tenemos para dar y recibir a manos llenas. Eres y serás un canto de esperanza, al igual que muchos jóvenes que han tenido que partir de nuestro país porque les han robado sus sueños, su libertad y la voz es castigada sin piedad, pero han demostrado contra todo pronóstico y donde quiera que se encuentren que el arraigo y la idiosincrasia están pegados en la piel, lo llevan con orgullo y que en cada instante de su vivir hay un mundo lleno de infinitas posibilidades, porque la vida hay que seguirla a pesar de los obstáculos.

Estoy eternamente agradecida a Dios y al país que te recibió dándote abrigo y, aunque el camino no ha sido fácil, el mayor impulso ha sido honrar tus raíces a través de otra cultura. También apoyo con todo mi ser a cada madre que ha tenido que despedir a sus hijos soñando con volver a abrazarlos. A los jóvenes, que han partido en busca de un mejor futuro, les doy la bendición para que los acompañe en su transitar y les pido que recuerden que están perpetuamente presentes en la memoria del corazón de sus familias y es ahí donde siempre están de vuelta.

"Cuando se tiene un hijo, se tiene el mundo adentro y el corazón afuera y cuando se tienen dos hijos se tienen todos los hijos de la tierra" (Andrés Eloy Blanco)

M. G.
Nahiara