Capítulo 12. Debora

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Hace un par de eternidades atrás

-Es demasiado tarde, llegaste tarde Francisco.

-No por favor.

Dijo negando en respuesta con ojos cuyas orbitas se salían de lugar.

-Ella ya no respira.

-¡No!.

El joven cae desesperado en el suelo gritando. Su llanto era agudo dejando a todos los presentes rodeados de un profundo pesar. Transfiriendo cada lágrima a todo ojo que lo estaba contemplando. El joven va y se abraza de ella. La cubre con su cuerpo como si pudiera retener su alma. Como si pudiera con su cuerpo transmitirle todo la vida que ahora él tenía de sobra. Todo lo que había hecho había sido en vano. Ella no estaba, no estaba.

Un rayo partió el cielo, iluminando aquella habitación fúnebre. Iluminando la verdad innegable, a aquel rostro que tanta alegría le había transmitido. Y no era cualquier joven el que lloraba, era el Rey. Ella se había ido, y él no sabía qué hacer ahora con la eternidad. Sin ella.

Todo había sido en vano.

Todo había sido en vano

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Desperté.

Había sido un sueño tan extraño, confuso. No pude detallar en rostros, todo sucedía en cámara lenta, pudiendo ver solo rastros de manos en el aire, rodillas dobladas que encontraban el suelo. Cuerpos a mitad y lágrimas que corrían a raudales por las mejillas. Una cama, en donde yacía un cuerpo inerte. Cabellos cobrizos colgaban del borde más cercano, junto a una mano suspendida. Una mano sin vida que fue acogida por unos dedos finos y largos.
Un grito de negación, un corazón que se partió sin posibilidad de volver a tomar los trozos y reconstruirse. Eso se sintió.

-Debora arréglate rápido que no puedo perder tiempo.

La voz media dormida aun de Raphael me sacó de mis pensamientos. Hoy era el día. El día de respuestas.

-¿Ya estás despierto?.

Digo a la nada. Una que puedo jurar que escuché reír.

-Suelo dormir de día querida. Nuestros horarios son distintos.

-Pero te he visto de día.

-Porque cuando me alimento con sangre humana me da cierta resistencia al Sol.

Sangre humana. Se erizan todo los vellos de mi cuerpo. Me quedo mirando a la nada pensando, en que tal vez estoy defendiendo a un asesino. Y peor, que me enamoré de él. Pero si hoy no puede salir, es señal de que no se ha alimentado más de nadie. ¿Con cuánta frecuencia debe hacerlo? ¿Debe llegar hasta el final o puede alimentarse de alguien sin tener que matarlo? Tantas preguntas. Él es un pozo de preguntas que son carnada fácil para mi curiosidad.

-¿Debora?.

-¿Debora?.

Raphael y Franco dicen mi nombre a la misma vez.

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