El sol comenzaba a teñir el cielo de dorado cuando Aless llamó al timbre del apartamento de Eldrid, hoy se quedarían juntos por lo que Aless llevó su maleta allí. Hoy se tomarían el día para revisar todas las cosas y para despedirse de Emilie y Robert. Era un día complicado para Eldrid, mañana al fin comenzaría un nuevo capítulo de su vida, una nueva historia que poder contar.
El día empezó con un café para ambos bastante necesario. Eldrid se había mostrado preocupada por no saber nada de Alessandro ayer pero él la tranquilizó diciéndole que estaba dejando todo listo con un par de llamadas a Dante y su familia, a quien moría de ganas por presentarles. Habían decidido dar su último paseo por las calles de Nueva York, por lo que su primera parada fue Central Park, no sin antes haber comprado comida, ya que sería un paseo largo. En cada paso se sentía más pesada la despedida, pero la alegría de vivir algo nuevo ganaba esta vez.
Cogidos de la mano recorrieron con calma los maravillosos caminos, aprovechando para inmortalizar el momento con dulces imágenes de ambos, recordando la vez que estuvieron allí con Emilie, incluso los dibujos que Eldrid había realizado en ese lugar, que no fueron pocos. Era el mejor paradero cuando salían del trabajo, donde podías pasar tardes enteras recorriendo o, simplemente sentarse. Un lugar lleno de recuerdos que jamás borraría aunque le pagaran por ello.
—Oye Aless. —rompió el silencio agradable que los acogía mientras se sentaba sobre el pasto. —¿Qué te parece si conoces a mis padres?
Aless la miró confuso, lo que hizo que Eldrid soltara una pequeña risa.
—Hace días que no hacemos videollamada. —explicó. —Podrías salir en ella y presentarte, me gustaría que te conocieran.
—Por mí perfecto.
Asintió, viendo como a Eldrid se le dibujaba una sonrisa en la cara. Sacó su móvil y buscó el contacto de su madre, de quien era más cercana.
—Hola mamá. —sonrió alegre de volver a verla.
Aless miró la pantalla con asombro, eran casi iguales, el color del cabello era exacto y se le notaba cierta delicadeza que agradaba a la vista, por no hablar del notorio acento.
—Eldrid hija. —saludó con ilusión desde el otro lado de la pantalla. —¿Cómo estás? Hace tiempo que no me llamas.
—Lo sé mamá, pero estoy muy bien. —mostró sus dientes con una cálida sonrisa. —¿Recuerdas al chico del que te hablé, Alessandro?
—Sí claro, ese joven encantador, cómo olvidarlo. —rió negando con su cabeza. —Te pasaste días hablándom…
—Bueno mamá. —cortó su frase algo sonrojada, escuchando una pequeña y grave risa de Alessandro cerca de su oído. —Pues quería presentarlo, ¿dónde está papá?
—Debe de estar con la abuela, si me das un minuto lo llamo.
La señora ya algo mayor, aunque no tanto o al menos no aparentado, dejó el móvil apoyado sobre la mesilla de su habitación mientras iba en busca de su marido.
—Así que hablabas mucho de mí. —pronunció Aless con una sonrisa burlona.
—No, seguro que se estaba confundiendo. —respondió avergonzada junto a un chasquido de lengua. —Bueno, es que quería que supiera con quién me iba a Italia, y no pensara que eres un asesino o un viejo que estafa a las chicas por internet. —bromeó.
—Ya, seguro fue eso. —le sacó la lengua a modo de burla.
—¿Hija? ¿Sigues ahí? Ya está aquí tu padre, estaba jugando con tu abuela a las cartas.
Eldrid rió, le gustaba que no perdieran esa costumbre familiar que tenían de tiempo atrás.
—Sigo aquí, espero que fuera ganando la abuela. —rió al escuchar a su padre decir que esta hacía trampas. —Bueno, es quiero presentar a Aless, no puede ser en persona de momento pero al menos le ponéis cara. —dijo antes de mover su móvil un poco hacia un lado, enfocando a Aless.
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Entre dos mundos
Teen FictionLa vida de Eldrid nos enseña que todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Los sueños se convierten en pesadillas en el momento más inesperado y ella lo comprobó de la peor manera posible. Italia, su destino soñado, se transformó en su infier...