Capítulo 24

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La noche fue dura y complicada para Dante, no había podido pegar ojo. Sobre las seis de la mañana cogió el coche decidido a ir hasta Trentino mientras en su cabeza no podía dejar de pensar en cómo había podido pasar algo así dentro de la mafia de Aldo, y menos con Alessandro.

Eran las diez de la mañana cuando se acercaba a la cabaña donde había dejado a la pareja. Al bajarse del coche, respiró profundamente varias veces para poder mentalizarse de lo que estaba a punto de presenciar. Mientras abría la puerta, su corazón se aceleraba, pero con toda la valentía que le quedaba abrió por completo. Sobre el suelo había manchas de sangre y pasos marcados por la misma.

—¿Aless?

Preguntó mientras se adentraba a la cabaña, buscándolo. Ni rastro. El resto de hombres se habrían encargado del cuerpo.

Su teléfono volvió a sonar, era Emilie.

—Emilie. —se aclaró la voz antes de contestar. —¿Qué ocurre?

—Dan, ¿sabes algo de Eldrid? No me contesta las llamadas.

—Seguramente esté con Alessandro, ya sabes... —cerró sus ojos para mentirle, la voz de preocupación de la rubia le dolía.

—Él tampoco me contesta, ¿podrías ir y ver si están bien? Es raro que Eldrid esté tanto tiempo sin decirme nada.

Dante dio un repaso con su mirada por la cabaña una vez más, pensando en lo que podría decirle, pero el silencio reinaba en la llamada.

—¿Dante?

—Estoy aquí, yo...

—¿Qué pasa? ¿Está todo bien?

—Emilie. —se pasó la mano por el pelo mientras suspiraba, desesperado. —No sé si está todo bien.

—¿Por qué lo dices?

—Necesito que mantengas la calma, ¿de acuerdo? —respondió antes de salir de la cabaña y meterse en el coche. —Y que mantengas silencio, lo más importante. —dejó el móvil a un lado para encenderse un cigarro, estaba demasiado nervioso.

—Adelante, te escucho.

Después de una larga calada su cigarrillo, Dante había encontrado el valor para decirle todo lo que estaba pasando. Habló sobre la mafia, sobre Aldo, incluso como Aless y él de pequeños fueron metiéndose poco a poco en esos problemas. Emilie en todo momento se quedó callada, Dante no sabía si era porque estaba intentando comprender o porque estaba tan asustada que no querría saber más.

—¿Sigues ahí? —preguntó el rubio, mirando desde el retrovisor hacia la entrada de la cabaña.

—¿Eldrid... está secuestrada?

El tono de voz de Emilie había cambiado, estaba asustada, pero también confusa. Al notar que Dante volvía a quedarse en silencio, el desespero la consumió.

—No te voy a denunciar porque eres la única forma de poder encontrarla, pero más te vale buscar la forma de hacerlo. 

—Créeme que estoy tan desesperado como tú, Em.

—Viajaré a Italia, yo no puedo quedarme así.

—¿Acaso acabas de escuchar todo lo que te he contado?

—Mi mejor amiga está desaparecida por vuestra culpa, no esperes que me quede de brazos cruzados rubito, y más te vale venir a por mí al aeropuerto.

Colgó.

El enfado se notaba en la voz de Emilie, pero sabía que aún el miedo persistía en ella.

Tiró la colilla ya casi acabada antes de arrancar el coche para volver a Milán. Acaba de contarle a Emilie, una chica ajena a todo, que estaba en una mafia. Pero a pesar de ello, no se sentía en peligro.

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⏰ Última actualización: 13 hours ago ⏰

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