Parte 5

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*Más tarde esa noche...*

Sasha ingresó al cuarto de los varones y observó a su papá ya recostado, con los auriculares en las orejas y el celular en la mano.

Cuando este notó su presencia se quitó los auriculares y lo miró.

-¿Todo bien?

-Todo joya -respondió el chico levantando el dedo pulgar de su mano derecha -. ¿Por qué me preguntas?

-No, nada... te noté toda la tarde apagado. Es raro en vos, porque siempre desbordas de energía y quería saber si todavía estás como la otra noche.

Sasha frunció la boca y negó con la cabeza.

-Estoy un poco nervioso por todo lo del final del concurso. Ya se me va a pasar. Y ¿Vos? ¿Cómo andan tus cosas?

-Prefiero no hablar de eso -dijo Juan mirando hacia el techo-.

-¿Seguro? Mirá que puedo ir a buscar una chocolatada y me contás lo que quieras.

Juan soltó una carcajada y se enderezó en la cama, apoyando la espalda en la pared. Esas actitudes tan chiqulinas e inocentes que tenía Sasha lejos de irritarlo (como él quería hacerle creer al jovencito) lo llenaban de ternura. Sasha le recordaba mucho a sus hermanitos y eso lo hacía sentirse prácticamente en su casa.

Y eso era exactamente lo que pesaba en su cabeza en ese momento, más allá de sus mambos sentimentales. Para Juan el final del concurso significaba incertidumbre. Por su futuro y el de su familia. Tantas dudas y miedos asaltaban su cabeza que era imposible acallar esas voces aún cuando la mansión estaba sumida en el más profundo silencio.

-Estoy pensando en mis hermanitos -confesó una verdad a medias-.

Sasha lo miró y asintió. Cómo extrañaba a la versión más grande de sus tíos, Male y Santi (en honor a quién él había recibido un nombre parecido).

-Sos muy bueno con ellos. ¿Sabés que noto yo?

-¿Qué cosa? -preguntó Rey con una sonrisa de costado

-Qué cuando seas padre vas a ser el mejor padre del mundo -respondió el joven, revelando implícitamente lo que él también pensaba-.

-¿Yo, padre? Vos estás loco -retrucó Rey tirándole un almohadón por la cabeza entre risas-.

-Enserio te digo... ¿Nunca te pusiste a pensarlo?

-¿Pensar qué? -preguntó Rey desconcertado-.

-En tener hijos. Digo, algún día, no hace falta que sea ya ya.

Juan se quedó en silencio por unos segundos reflexionando la respuesta.

-Bueno, sí. Yo creo que todos lo pensamos en algún momento. Pero de ahí a que pase...

Sasha se mordió la lengua para no gritarle que lo mirara a él, prueba viviente de que, en otra línea temporal había pasado y de que, esperaba, volvería a pasar en esta.

-¿Por qué no? Digo, candidatas a madre de la criatura no te faltan -agregó el más joven con su tradicional picardía, lo que le valió ganarse otro almohadón volador por la cabeza-.

-¿Qué es todo este interrogatorio? ¿Desde cuándo a vos te interesa tanto mi vida privada? -preguntó Rey con dificultad para disimular lo entretenido que estaba con toda la situación. Sasha lo hacía olvidar, aunque sea por un ratito, las cosas que lo abrumaban. Había tan solo otra personita en su mundo que lograba el mismo efecto, pero ella había decidido alejarse de él y él iba a respetarla, aunque el corazón se le partiera en mil pedazos-.

El muchacho levantó ambas manos en una señal de rendición.

-Nada, se me ocurrió. No me hagas caso. Mejor me voy a dormir -dijo y comenzó a destender la cama al lado de la de Rey-.

-Ey, Sasha, esperá. ¿Posta querés una chocolatada?

Los ojos de Sasha se iluminaron como dos bolas de boliche y confirmó la respuesta moviendo la cabeza de arriba a abajo.

Juan se destapó, se incorporó, colocándose de pie y calzándose las pantuflas. Sasha lo observó abriendo grandes sus ojos.

-Quédate acá que yo voy a buscar chocolatada express para dos -le indicó guiñándole un ojo-.

-Eu, Rey -Sasha lo frenó antes de que saliera por la puerta-.

-¿Sí? -se volteó a mirarlo el mayor-.

-Si hay alfajores, churros, unas medialunas, tráete también -Sasha pidió gesticulando con las manos-

Rey no le respondió, solo se rio y salió de la habitación.

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