Parte 1

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Sasha observó apesadumbrado la cara deprimida de su papá mientras este último observaba las imágenes de su mamá, SU MAMÁ, besuqueándose con el hijo del usurpador.

Sasha tragó saliva y trató de separarse mental y emocionalmente de esa escena que estaba observando a la par que se recordaba a sí mismo lo imperioso de la misión que se le había encomendado, a pesar de que aún no entendía muy bien cómo había llegado hasta ese punto.

Para él cada día que pasaba en esa casa era un shock nuevo. El primero fue conocer a sus padres cuando ellos mismos eran unos adolescentes, que apenas le llevaban un par de años.

Segundo, ir observando en las sombras cómo su amor iba naciendo y creciendo día a día. Si bien amaba a sus papás con todo su corazón, Sasha no dejaba de ser un adolescente al que le causaba cringe tener que estar observando a sus progenitores noviar ante sus propios ojos. Aunque, por cómo se encontraban las cosas actualmente hubiera preferido eso antes que ver a su mamá romperle el corazón al viejo, y después fugarse a Krikoragán con ese p... príncipe usurpador.

Pero eso también tenía que pasar. Era lo que las haditas le habían contado antes de mandarlo diecinueve años al pasado. Mar tenía que viajar a Krikoragán con Merlín y Rey se tenía que quedar en Argentina hasta que llegado el momento...

Trató de no pensar en eso. Tenía que concentrarse en el presente (o, mejor dicho, en ese presente que en realidad era pasado para él que ni siquiera existía aún en esa realidad). Llegado su momento él jugaría el rol que se le había confiado y ayudaría a su papá a rescatar a su mamá y a restaurar el orden que se había perdido.

Tercero... Sasha se había olvidado del tercer punto en su lista, pero si hay algo que sabía era que su papel no era para nada cómodo. Tenía que fingir constantemente, guardarse lo que sabía apretado entre dientes, fingir (un poquito) su torpeza y su falta de comprensión de las cosas para que nadie sospechara absolutamente nada. Cada día tenía que ser muy cuidadoso con lo que decía, con la información que podía compartir con los chicos, con las fichas que podía mover sin intervenir demasiado en el pasado y causar una paradoja espacio-temporal que destruyera el universo (aunque las haditas le habían jurado y perjurado mil veces que eso NO iba a pasar, a Sasha le encantaba la ciencia ficción y pensar en las posibilidades). Ni que hablar la tortura que era tener que alisarse el pelo todos los días, a las escondidas para que nadie descubriera su cabellera rizada.

Escuchó a su papá lanzar un suspiro que sonaba más como un quejido de un cachorrito lastimado.

Le resultaba tan raro tener que ver a su mamá de esa manera, dirigiendo esas miradas cargadas de sentimientos a otro hombre que no fuera su papá, y a él tan vulnerable y quebrantado. Su padre que siempre había sido su héroe y modelo a seguir, siempre fuerte y seguro. A su mamá, que era la mujer de sus vidas, siempre tan cálida y llena de amor para repartir. A sus padres, que en toda su corta vida se habían profesado un amor incondicional, meloso y cargoso, pero casi idílico, que tanto él como sus hermananitas más pequeñas habían tenido que presenciar (a veces contra su voluntad) a cada segundo y minuto.

-Dejá de torturarte bebé. Es al cuete -aconsejó con tristeza él joven. Él sabía que esos momentos, aunque dolorosos, eran inevitables.

-Tranquilo, estoy viendo las entrevistas nomás -respondió Rey-.

El jovencito se levantó de su cama y se sentó al lado de Rey, necesitaba su cercanía en medio de la incertidumbre.

-No me tomés de tonto. Si no querés hablar, está bien. Yo estoy para lo que vos quieras. La re extrañas, ¿No? -Preguntó el joven prácticamente dando por sentada la respuesta-.

-Igual me lo merezco, me comporté como un tarado. Me enojé por una tontera y ahora la perdí -respondió Rey-.

Sasha se alegró al escuchar esas palabras, pues sabía que no todo estaba perdido y que esa historia recién estaba comenzando.

-¿Y Única? ¿Qué onda con ella? -Indagó el jovencito, aunque le doliera, necesitando saber cómo venía el panorama sentimental-.

-Sí, me gusta Única, pero no me puedo olvidar de Mar... -reveló su papá -.

Sasha asintió con dificultad. Sabía que no debía tomarse a pecho esa confesión, justo él quién hasta hace poco se había debatido entre dos amores, sin embargo no podía evitar sentirse triste por las personas que le habían dado la vida.

-Yo sé que vos pensás que yo soy un pendejo que no entiende de nada, pero si te puedo decir algo es dejá que fluya... nunca sabés lo que puede pasar.

Rey cerró la computadora y giró su cabeza para enfrentar a su joven compañero.

-¿Desde cuándo sos tan Team Marrey vos? -preguntó Rey sonriendo, ignorando por un momento su tristeza-.

-Desde el primer día, Bebé -Sasha respondió con una sonrisa compradora que había heredado del muchacho sentado a su lado-.

-Mmm sin embargo hace un tiempo ayudaste a Merlín a que me espiara cuando filmamos Corazón de Rey -insistió el mayor, sin dejar sonreír ante la actitud de su compañero. Había algo en la forma de actuar tan fresca del jovencito que le recordaba a alguien, aunque nunca podía dilucidar a quién-.

-Naaa, pero yo que iba a saber qué Merlín estaba con fliquitis celosos. Si hubiera sabido ni loco lo ayudaba -Sasha sabía, pero tenía que mantener su papel-.

Rey se detuvo y guardó las palabras por unos segundos.

-¿Fliquitis? -preguntó con la voz empañada-.

Sasha se tapó la boca con una mano y, tratando salir rápido del paso, dijo:

-Qué boludo soy. No me dí cuenta.

-Ey, cuidado con esas palabras... Y no importa Sasha. Vos podés decir las palabras que te gusten. Mar tiene ese efecto contagioso -agregó el joven perdido en sus pensamientos . Una sonrisita tímida se hizo presente en sus labios y, sin que él lo notará, Sasha sonrió también. No todo estaba perdido para su familia-.

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