Parte 6

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Rey había bajado a la cocina y ya tenía lista la bandeja con los alimentos y las chocolatadas cuando una voz angelical lo sorprendió.

-Ah, disculpá, no sabía que estabas acá.

Cuando Rey reconoció a quién pertenecía esa voz casi tira todo al piso, pero se recuperó rápidamente y dio media vuelta para encontrarse frente a frente con la mujer que tanto amaba, pero que tanto lo había lastimado.

Los dos se quedaron sin palabras, con sus ojos fijados en los ojos del otro y el corazón explotando en cada latido contra el pecho.

-Yo solo vine a buscar un vaso de agua, ya me voy -dijo Mar a toda velocidad, tratando de esquivar a Rey y seguir hacia la alacena donde estaban los vasos. Sin embargo, la joven no había previsto que Rey fuera mucho más rápido que ella y se interpusiera en su camino, haciéndola chocar contra su pecho y tambalearse en su lugar-.

-Rey, déjame pasar -dijo ella con un resoplón entrecortado-. ¿Qué querés?

-Qué me seas honesta, Mar. Hay muchas cosas que quisiera preguntarte, pero aunque sea respóndeme esto -dijo él buscando con sus ojos los ojos de ella que lo esquivaban-.

Mar se había puesto visiblemente nerviosa, quería salir corriendo de ese lugar, tan cerquita de él, pero, a su vez, sentía que cada pierna le pesaba una tonelada y que no podía hacer nada para moverse de ahí.

-D'acord -accedió ella con una respuesta en francés-.

Rey apretó los labios y asintió.

-Ok... yo sé que vos y yo ya tuvimos ésta conversación, pero eso fue antes de que te fueras con Merlín. Ojo, no te estoy juzgando. Si esa fue tu decisión yo la respeto. Pero hay cosas que me hacen ruido. Y yo con vos creo haber sido honesto. Siento que hay cosas que nos quedaron sin decir y no voy a tener paz hasta no escucharlas de tu propia boca.

-¿Qué necesitas saber?

-¿Te acordás cuando hablamos ese día en las mesas del hangar? Cuando estaba mi hermanito acá.

Ella no pronunció palabra, temiendo que su voz la traicionara y dejara entrever la paleta de emociones que estaba sintiendo en aquel encuentro, por lo que solo se limitó a asentir.

-Vos dijiste que habías tomado una decisión. Y yo estaba cegado por el dolor y la bronca y no te dejé hablar. Y desde aquel día no deja de picarme los sesos la idea de que lo que me tenías que decir era importante... y yo no te escuché.

Mar se aclaró la garganta ruidosamente, retrocediendo un paso y poniendo un poco de distancia entre ella y Rey.

-Rey... ¿No te parece que ya pasó demasiada agua bajo ese puente? Es más, ni yo me acuerdo qué te iba a decir -respondió la chica con una sonrisa forzada-.

-No te creo.

-Ahhh, bueno, señorito, ese es SU problema entonces, ahora, si me disculpas, sopermi que tengo que busc...

Mar comenzó a irse, pasando a un costado de Rey, pero este no la dejó terminar de alejarse y la detuvo tomando sutilmente ambos brazos con sus manos y obligándola a que lo mire a los ojos.

-No te creo, Mar. Porque mientras vos me mentís con las palabras tus ojos me cuentan otra historia. Mirá, si no me querés contar que habías decidido esa vez está bien, lo respeto también. Pero ahora necesito que me escuches a mí. Hace dos semanas que no puedo ni respirar sin que me duela el pecho. Cada día que no estuviste cerca mío fueron una tortura. Pero tengo clarísimo que vos no sentías lo mismo y, aunque me duela, te dejo ir. Vos ahora estás con él y yo...

-Y vos estás con Única ¿no? -murmuró ella con cierto veneno en su voz-.

Rey la liberó y miró hacia el piso.

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