La Niñera

7 1 0
                                    

❋◌❋◌❋◌❋◌❋◌❋◌❋◌❋

Un anuncio se había publicado para buscar una niñera, una chica joven sonrió pues iría a postularse para el trabajo. —Es mi oportunidad —dijo, pero ya tenía planeado ir a ver a su hermana y ver si se podía quedar con ella un tiempo, los planes cambiaron. —Bueno creo que solo le escribiré una carta. —Si no se quedaba con el trabajo, iría a verla.
Empacó sus pertenencias y dejó su habitación del hospedaje solo para ir a ver si era apta para el trabajo ya que necesitaba dinero pues lo que tenía se estaba agotando.

En aquella Mansión Clarissa miró algunos de los rincones de su hogar llenos de hollín y se preguntaba de dónde provenía si la chimenea estaba encendida para calentar el salón, volteó su mirada hacia el pequeño Aiden que estaba gateando en el lugar, su sorpresa fue tal cuando se detuvo y sus manos se tornaron de color negro y empezó a arrojar hollín solo para jugar sobre el suelo. —¿Qué es esto? —Dijo con horror por la escena que veía, más Aiden juntaba el hollín con sus manos y lo lanzaba al aire esparciéndolo a su alrededor. —¿Qué cosa eres? —Se acercó y él la miró sonriendo, lo tomó con cautela y lo llevó a lavar, no sin antes ordenar que limpiaran el lugar.
El agua tocó las manos del niño, pero no se iba el color negro de la piel de sus manos. —Aiden ¿Qué les pasó a tus manitas? —él solo golpeteaba el agua de manera juguetona y luego al estar sujeto por ella le dejó las mejillas marcadas de un poco de hollín. —¿Qué clase de niño eres?
Lo llevó a su habitación y lo dejó sobre la cama para jugar con él, sus manos volvieron a la normalidad y se concentró en los juguetes que estaban ahí.

Ella le dio una caricia y pensó en lo extraño que era. —¿Entonces ocasionaste todo eso la otra vez? —No sabía que era o de dónde provenía, tenía miedo pues su pequeño no era al parecer un bebé normal.
Se cansó de jugar y solo se quedó dormido, ella lo tomó y lo llevó a su habitación para ponerlo sobre la cuna cubriéndolo con la manta.
Salió de la habitación y cerró la puerta, suspiró, bajó para ver el salón, no era algo fácil rastrear el hollín o retirarlo si llevaba varios días de acumularse. Se acercó a su mayordomo y le pidió discreción. —Cuando llegue Rowan le contaré acerca de lo ocurrido con el niño, por ahora esto solo se queda aquí entre nosotros. —El mayordomo hizo una inclinación aceptando guardar el secreto.

El hombre llegó a casa y le recibieron, su mayordomo tomó sus cosas y le dijo que la señora le espera en la habitación.
—¿Pasó algo en mi ausencia?
—Suba, ella le dirá.
El mayordomo llevó las cosas a la oficina de su señor; Rowan fue a ver a su esposa con algo de preocupación pues notó a su sirviente algo tenso. Al entrar en la habitación ella tenía consigo a Aiden en brazos, pues ya había despertado y necesitaba atenciones.
—Cariño, ha pasado algo extraño con Aiden más temprano. —Su voz se sentía con angustia y algo de miedo.
—¿Y qué cosa pasó con el niño?
Ella lo miró mientras el pequeño mordía su juguete. —No lo sé con exactitud, pero sus manos se tornaron totalmente negras y de él emanó un polvo extraño como el hollín que deja la chimenea.
—¿Cómo es eso posible? ¿Estás segura de lo que viste? —El miró al pequeño, era un niño lleno de inocencia, muy angelical, pero al parecer era una pequeña bomba de sorpresas. —Deberíamos estar pendientes del niño, siendo así y si representa un peligro deberíamos deshacernos de él.
—¡Pero! ¡¿qué dices?! No ves que solo nos tiene a nosotros, aun siendo como es no puedo dejar que hagas algo como eso, es mi hijo, no de sangre, pero sí de corazón.
Con toda la calma del mundo la miró a ella pues hace mucho deseaba tener un hijo propio, nunca adoptaron pues estaban esperando a que llegara su bebé y solo dijo. —De acuerdo, amor, estamos a cargo de este niño, lo cuidaremos para que no pase nada que pueda poner nuestras vidas y la de los demás en peligro.

En Mirrorside, Rum no había conseguido empleo en el taller de confección pues estaba embarazada y los síntomas le impedirían rendir como debería, estaba algo deprimida por ello ya que deseaba mostrar sus habilidades y creaciones, ahora solo se encontraba comprando telas y materiales de costura para hacer algunas cosas, llevaba una semana ahí y se estaba acoplando a la vida de fuera nuevamente, su padre la esperaba para volver juntos.
Su siguiente parada era la tienda de su vecino, el padre la esperó y ella entró, el joven Vincent estaba de espaldas arreglando unas cosas en las estanterías. —Bienvenido... —Al voltear vio a su vecina así que bajó rápidamente la escalera. —Disculpa, bienvenida, ¿vienes a buscar algo en especial o a platicar sobre nosotros?
Rum se sobresaltó por los nervios, ahora no tenía a nadie para esconderse así que juntó valor para hablar. —A-ambas. Buscaba cubetas de metal y de madera.
—Por supuesto. —Le mostró la mercancía que fabricaba él mismo pues lo aprendió tanto de su abuelo como de su padre. Ella pagó los objetos y mencionó lo del futuro compromiso.

MissingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora